lunes, 17 de diciembre de 2018

Las mejores películas de 2018

La casa de Jack (2018), de Lars von Trier

Dejando tras de sí los escándalos mediáticos, el director danés entregó una de las películas más complejas de su filmografía. La casa de Jack es un filme que cavila sobre la creación artística. La primera parte de la película recuerda a Ninfomanía (2013), su proyecto anterior, donde abundan los diálogos y las digresiones. Cerca de su desenlace, el filme da un giro inesperado tanto en lo formal como en lo narrativo aludiendo al infierno dantesco al que desciende su protagonista, que encarna Matt Dillon.

Cold War (2018), de Paweł Pawlikowski

El nuevo filme del creador de Ida (2013) se presentó en el marco de la 65 Muestra Internacional de Cine. La película, filmada en blanco y negro en formato 4:3, sigue a un pianista y una cantante que se conocen durante la Guerra Fría en Polonia. La pareja enfrenta la imposibilidad para permanecer unida encontrándose a lo largo de varios años. La referencia a Casablanca (1942) es evidente en el filme de Pawlikowski, pero también el cine de Antonioni y Kieślowski.

 

El hilo fantasma (2017), de Paul Thomas Anderson

Luego de una serie de películas importantes, Paul Thomas Anderson hizo lo que pocos: logró superarse con El hilo fantasma, un filme vestido de thriller que anula todas las explicaciones fáciles y reduccionistas asociadas al suspenso. Al desdoblar el cine de Hitchcock, el referente inmediato de la cinta, el director explora la sumisión amorosa de una pareja. El filme es una verdadera rareza del cine actual.

 

El libro de imágenes (2018), de Jean-Luc Godard

Como es habitual en el cine de Godard, su nueva película plantea una serie de preguntas sobre el papel de las imágenes como generadoras de narrativas: ¿existen imágenes originales?, ¿en qué medida éstas nos mienten?, ¿cómo han modelado nuestra percepción? El filme se ampara en la idea brechtiana de que sólo en el fragmento se puede encontrar la verdad. El octogenario director francés mezcla imágenes de películas de Buñuel, Hitchcock y Nicholas Ray, entre muchos otros, con escenas de noticieros y otras captadas con un teléfono para crear un montaje escindido.

 

Nunca estarás a salvo (2017), de Lynne Ramsay

La directora escocesa echa un vistazo a un mundo brutal, donde un ex agente del FBI que se dedica, de manera independiente, a rescatar a niñas y adolescentes de círculos de trata y prostitución. Nunca estarás a salvo sigue la estela de su película anterior, Tenemos que hablar de Kevin (2011), aunque aquí logra introducirse en la psique de un hombre que no tiene nada que perder más que su propia vida, ya destruida desde mucho tiempo atrás. La actuación de Joaquin Phoenix fue premiada en Cannes con justa razón.

 

 

El proyecto Florida (2017), de Sean Baker

Al darle una vuelta de tuerca al neorrealismo, El proyecto Florida se opone a la estética morosa del llamado cine social, aunque no por ello deja de lado su profundo interés en meditar sobre la precariedad. El filme sigue a una joven mujer, Halley, que vive con Moonee, su hija de seis años, en un motel que se encuentra a un costado del parque temático de Disney en Florida. La gama cromática de la película, evidentemente pop, alude al consumo y al turismo, los ejes principales de esta película que retrata la pobreza y la alienación.

 

Roma (2018), de Alfonso Cuarón

El octavo largometraje del director mexicano ha creado una conversación en el cine mexicano pocas veces vista. Al ficcionalizar sus memorias y la historia de la mujer que lo cuidó en la niñez, Cuarón creó un retrato de exquisita manufactura, filmado en blanco y negro, en formato de 70mm. Cleo, su protagonista, es una empleada doméstica cuya vida tiene puntos en común con Sofía, su patrona. Ambas mujeres han sido abandonadas por sus respectivas parejas. El mayor acierto de Cuarón ha sido recrear la Ciudad de México a inicios de los años setenta y traer al presente sucesos como el de la Matanza del Jueves de Corpus, el Halconazo.

 

Tiempo compartido (2018), de Sebastián Hofmann

El filme de Hofmann, considerado como la mejor película mexicana en nuestro “Presente de las artes en México”, plantea su historia en el paraíso colorido y acartonado de un hotel en el que un padre de familia y un empleado de limpieza tienen serias dudas sobre lo que ahí ocurre. El filme acierta en reflexionar sobre el control que ejercen las corporaciones en la vida de sus empleados y, también, en la idea de éxito de las sociedades capitalistas.

 

En tránsito (2018), de Christian Petzold

Este proyecto es parte de una trilogía que conforman Bárbara (2012) y Phoenix (2014), películas del director alemán cuyas características son la imposibilidad de escapar de lugares cuya situación política obstruye la libre circulación y la condena del amor, sentimiento incapaz de mantener unida a las parejas. En tránsito ocurre aparentemente en la Segunda Guerra Mundial, aunque Petzold diluye poco a poco la época, sin ayuda de elementos de ciencia ficción, para situarse en el presente. La película se vio en el festival Black Canvas y la Semana de Cine Alemán.

 

Western (2017), de Valeska Grisebach

El filme de la realizadora alemana habla de un arte que todavía puede mirar hacia atrás (la ocupación nazi de Europa) sin caer en la altisonancia o el discurso, nombrando los lugares de la imaginación con la plena convicción de que la memoria universal del cine es una frontera de la mirada que cambia y sobrevive, sin pertenecer nunca del todo ni al pasado ni al futuro. Western deslocaliza las prótesis del género estadounidense por antonomasia.



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