El número 141 de La Tempestad, que ya se encuentra en puntos de venta, contiene la octava edición de Presente de las artes en México. Éste consiste en una revisión de la producción artística nacional en 2018. Aquí, un breve repaso de lo que se encuentra en sus páginas.
Hasta antes de estrenar Roma, su mejor película a la fecha, Alfonso Cuarón era un director de impecables ejercicios de entretenimiento. Su revelación como artista de la narración fílmica ha ido acompañada del enorme interés que su cinta ha despertado y, también, de las discusiones a las que ha dado pie. Por ejemplo la distribución de las películas y la representación de los indígenas en el cine nacional. En un año especialmente fértil en la producción cinematográfica, Cuarón es considerado como el artista de 2018.
La película más destacada del año es Tiempo compartido, de Sebastián Hofmann. El director mexicano logró una película atractiva para el gran público sin por ello hacer concesiones. Dotada de un tono peculiar, una suerte de comedia de enredos playeros pasada por ácido, la cinta de Hofmann demuestra su interés por desafiar las zonas de confort del cine mexicano. Lila Avilés, por otro lado, es elegida como cineasta emergente debido a la destreza que demuestra con su ópera prima. La camarista, que recién fue galardonada en el Festival de Marrakech, es una sólida propuesta que reflexiona sobre un problema urgente: la precariedad del trabajo.
En el apartado de literatura, Evelyn, de Inti García Santamaría, es el libro el año. En contra de las dinámicas habituales del entorno literario mexicano, el autor reconsidera los espacios cotidianos para identificar lo poético, desde la desconfianza en la propia escritura. Leonardo Teja, autor de Esta noche, el Gran Terremoto, es nombrado escritor emergente. El mexicano es dueño de una prosa capaz de producir todo tipo de matices. Teja, que escribió su novela antes del sismo del 19 de septiembre de 2017, dio voz al estado psíquico compartido por una población.
Los venezolanos Orestes Gómez y Freddy Adrián, junto al tecladista capitalino Agustín Anaya con los responsables del disco del año. Paga es una declaración de principios: la música como un reflejo de la realidad circundante, más allá de esencialismos identitarios. La Bande-Son Imaginaire, el trío de Oaxaca que conforman Óscar Tanat, Heri Ángelo Tanat y el Violinista Obscuro, es considerada la agrupación emergente. Este año el trío publicó su segundo larga duración, titulado Mezcal a pleno vuelo. El disco, que despliega con libertad su constelación de referentes, confirma sus capacidades musicales.
Con respecto al diseño, la colección Otoño/Invierno de la yucateca Bárbara Sánchez-Kane es el aporte más original del diseño en 2018. Al poner en jaque la división de la moda en dos polos, masculino y femenino, con esta colección la diseñadora disuelve las nociones convencionales de forma y género. El diseñador emergente es Lanza Atelier, que conforman Isabel Abascal y Alessandro Arienzo. Los proyectos del estudio, por ejemplo el Comedor Atlixco o el Pabellón Lincoln, destacan por el cuidado de sus formas. Lanza Atelier también es responsable de la museografía de exposiciones en el Centro de la Imagen, el Museo Jumex y el Centro Cultural de España.
Del lado de las artes visuales, el comité de selección La Tempestad eligió a Nuevo manifiesto de cine mexicano como la exposición más destacada del año. Se trata de un proyecto ambicioso de la galería Lodos. La muestra, compuesta por seis módulos con piezas diferentes, pone en el centro la convivencia más o menos eficaz de decenas de identidades artísticas que están remodelando el imaginario del arte contemporáneo mexicano. Desarrollada en pueblos indígenas, la obra de Noé Martínez, considerado como artista visual emergente, tiene su origen en investigaciones de campo y acervos locales. Su originalidad reside en la forma en la que sus estrategias de trabajo dialogan con el arte contemporáneo.
Finalmente, en el campo de las artes escénicas la obra más destacada es Danza de las cabezas, de Quiatora Monorriel. Esta pieza parte de premisas simples: la maquínico, lo ritual y lo extático, engarzados por la repetición, pero en sus ligeras derivas (una síncopa, un cuerpo no-experto) encuentra una singularidad impar en la danza mexicana. El artista escénico emergente es Motos Ninja. Las piezas del colectivo conformado por Ricardo Rojas, Ana G. Zambrano y Nicolás Poggi, cinco hasta la fecha, se desmarcan de lo solemne para darle espacio al desenfado y la improvisación.
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