La investigación acerca del desarrollo estético y creativo de los artistas se ha facilitado con el uso de Internet: en la web está todo. O casi todo. También hay algunos vacíos que representan oportunidades para ahondar en aristas a las que es difícil acceder. Tomando esta dificultar como base, la Galería de los Fotógrafos, en Londres, presenta Instant Stories. Wim Wenders’ Polaroids, una muestra que recoge instantáneas fotográficas que el artista alemán tomó desde inicios de los setenta y hasta mediados de los ochenta. Estas imágenes, de las que incluso el propio cineasta no tenía consciencia de la frecuencia con las que las tomaba, son una oportunidad para adentrarse en el cuerpo de trabajo de Wenders.
La exposición comprende fotografías tomadas durante viajes y rodajes de películas: “Photo Booths, Jukeboxes and Typewriters”, “Looking for America”, California Dreaming” y “Mean Streats” son las etiquetas bajo las que se han agrupado las imágenes que son, por otro lado, detonantes de historias, como el mismo título de la muestra evoca. Por ejemplo, Wenders recuerda a través de una instantánea la muerte de John Lennon. Al momento de escuchar la noticia se encontraba en una carretera de Los Ángeles. Confiesa haber comenzado a llorar. En un impulso manejó hasta el aeropuerto. Al llegar a Nueva York se unió a cientos de personas sumidas en una tristeza silenciosa. “Para mí fue la pérdida de mi niñez, de mi inocencia”, confiesa al diario The Guardian.
En la hoja de sala de la exposición se lee que Wenders dudó en mostrar este material. “Realmente la única justificación para exhibir las fotos es que muestran lo que sucedió. Son un sano recuerdo de cómo eran las cosas y lo que hemos perdido. La comprensión de lo perdido no es necesariamente nostálgica. Puede ser trágica”, comenta el director de Cielo sobre Berlín (1987) y El amigo americano (1977).
El creador también está consciente de que el significado de la imagen ha cambiado: “el acto de mirar no tiene el mismo significado. Ahora, se trata de mostrar, enviar y quizá recordar. Ya no se trata esencialmente de la imagen. La imagen para mí estaba ligada a la idea de unicidad, a un marco y composición. De producir algo que, en sí mismo, era un momento singular. Como tal, tenía cierta santidad. Esa noción ha desaparecido. El proceso de usar una Polaroid no tiene nada que ver con la experiencia contemporánea, cuando vemos apariciones virtuales y desapariciones en una pantalla que podemos eliminar o pasar a la siguiente. Las imágenes eran singulares, no una copia, no una impresión, no eran multiplicables ni repetibles. No podías evitar sentir que habías robado una imagen del mundo. Transferías una parte del pasado al presente”.
Instant Stories. Wim Wenders’ Polaroids, que exhibe 200 imágenes, se podrá ver hasta el 11 de febrero de 2018.
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