¿De qué hablamos cuando hablamos de arte conceptual? A estas alturas del partido, en la segunda década del siglo XXI, asediado por los fantasmas del postmodernismo, la posthistoria y, recientemente la postverdad, ¿cómo amistarnos con la obra de un artista como Allen Ruppersberg si se lo sigue vendiendo como «el pionero del arte conceptual»? Es complicadísimo entablar un diálogo fresco con la obra de Ruppersberg si se lo sigue viendo con esa distancia estética, bajo el entusiasmo que provocaron las vanguardias del siglo pasado. Claro está: el trabajo de un artista no depende de las estrategias de prensa ni del humor de los historiadores, la comunicación entre obra y espectador es un proceso que sucede a pesar del contexto mediático. ¿Cómo, entonces, pararnos hoy ante el trabajo de Allen Ruppersberg montado en una galería mexicana? Los montajes de la obra de Ruppersberg suelen ser monótonos, gran parte de la obra es repetitiva: se hace en serie, como los productos del supermercado. Me atrevo a decir que sucede no solamente con la exposición montada en Parque Galería, sino en todas las muestra recientes del artista estadounidense: es imposible deshacerse de la sensación de vacuidad que produce la ambientación casi escenográfica de su obra (con excepción de los collages, que también se antojan fuera de tiempo: un pop desfasado).
Que Ruppersberg ocupe las salas de Parque es buena cosa, es su primera exposición en México, y es una gran oportunidad para conocer en persona un segmento importante de la historia del arte, de convivir físicamente con lo que tantas veces hemos visto en libros y pantallas.
Sin embargo la pregunta vuelve: ¿Cómo relacionarnos con los productos de arte que parecen tener fecha de caducidad? Y no solamente sucede con Allen Ruppersberg: las obras de texto de Kruger o de Weiner –que se pudieron ver hace poco en la CDMX– también se perciben fuera de lugar, anacrónicas. En una sociedad hipersaturada de textos e imágenes, esencialmente publicitaria, ¿será que este tipo de arte crítico desprendido de formas publicitarias perdió su potencia? Visitar Oh What a Time es una buena forma de reflexionar sobre ello. La expo cierra el 22 de diciembre.
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