Se alargan las noches y brilla la luna: se acerca el día de brujas, la festividad de Samhain, el día de todos los santos. Para quienes decidan acercar la silla en estas noches a una chimenea o a la luz de una vela para volver a clásicos de literatura de horror (o relatos extraños) la bibliografía es amplia: allí está el catálogo completo de Valdemar, las antologías de relatos de terror preparadas por Alianza, las antologías de Peter Straub, la excelente colección de relatos extraños de Rodolfo Walsh (publicada por Cuenco de Plata) y un largo etcétera que también debe contemplar las colecciones de relatos macabros que ha editado, con amplia popularidad, Adriana Hidalgo desde hace varios años. En su colección “El otro lado” (¿no evoca el título de la famosa novela de Kubin, La otra parte?) se le han dedicado volúmenes que compilan ficciones en torno a fantasmas, vampiros, asesinos y licántropos (la editorial Siruela también ha publicado títulos similares).
Llamo la atención especial a la colección de Adriana Hidalgo pues allí fue donde apareció originalmente Licantropía (2004) de Jorge Fondebrider, un ensayo erudito que analiza, expone y a menudo reproduce leyendas, testimonios y relatos de ficción sobre hombres lobo y la mitología que les rodea. En este sentido Fondebrider se muestra más fiel que muchos ensayistas al modelo clásico de Montaigne: rara vez ofrece comentarios personales y en su lugar presenta una especie de largo y profundo reporte de lectura sobre fuentes aparentemente inagotables.
El libro de Fondebrider vuelve redivivo ahora en Sexto Piso, en una versión revisada y extendida, y con un nuevo título: Historia de los hombres lobo (2017). En el prólogo a esta edición -ya la tercera, hubo una más en 2014- Fondebrider explica que se añadió “un primer capítulo enteramente nuevo y suma numerosos agregados que, entre reordenamientos y actualizaciones de la bibliografía empleada, le permiten al libro ganar en coherencia y organicidad”. Aunque reconoce que desde su primera edición el libro “lejos de perder interés, ha atraído a muchos lectores jóvenes, quienes llegan a los hombres lobo a través de las películas, las series de televisión y los juegos de rol”, llama la atención que el libro señale la manera en que la cultura popular “les reservó a los hombres lobo” destinos patéticos y degradantes. En el penúltimo capítulo, titulado “Hollywood, la banalización del mito y los nazis”, no sólo se acusan pésimas películas (aunque también excepcionales) que, ayudadas por cómics y juegos de rol, desactivaron completamente el mito: “lo que no logró la Inquisición lo consiguieron sin problema las manifestaciones más bastardas y estúpidas del capitalismo”. Pero no sólo el capitalismo, argumenta Fondebrider, también grupos políticos totalitarios han usado la figura del hombre lobo para sus propios fines, como el grupo paramilitar Orden Wehrwolf que surgió en los últimos días del Tercer Reich.
El ensayo merece una lectura atenta pero los lectores que en estos días estén exclusivamente interesados en entretenerse con relatos fantasmagóricos esta Historia de los hombres lobo también dedica un apartado a la ficción que además de enlistar casos paradigmáticos (históricos y contemporáneos) reproduce dos excelentes relatos: “El lobo” de Guy de Maupassant y “Gabriel-Ernest”, de Saki.
Jorge Fondebrider, Historia de los hombres lobo, Sexto Piso, 2017
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