Las crónicas de Leila Guerriero (Junín, Argentina, 1967) han aparecido en algunos de los periódicos y revistas más conocidos de la lengua, así como en importantes medios de otros idiomas. Desde una posición discreta, con una prosa severa y expresiva, aborda historias inquietantes de tan reales. Autora de los libros Los suicidas del fin del mundo (2005) y Frutos extraños (2009), Plano americano (Ediciones Universidad Diego Portales) y Una historia sencilla (Anagrama).
¿Qué te gusta hacer en tu tiempo libre?
Digamos que, cuando no trabajo, y si el plan tiene que ser de cabotaje, me gusta cocinar. Si no, viajar.
¿Qué palabra utilizas con más frecuencia?
No.
¿Cuál fue el último libro que te resultó admirable?
Crónicas de Nueva York, de Maeve Brennan.
¿Y película?
Hace rato que el cine no me deslumbra. Pero digamos: Cinco días para vengarse, de Park Chan-wook.
¿Qué disciplinas artísticas te interesan además de la suya?
El cine. Las artes marciales.
¿Qué música te conmueve?
Bach. Pearl Jam. Calexico. Gravenhurst. Jacques Brel. Y cosas como Nino Bravo, Domenico Modugno.
¿Qué te indigna?
La queja y las excusas.
¿Qué te alegra?
Cosas que no se pueden publicar.
¿Por cuál ciudad sientes debilidad?
Por Bogotá. Absoluta.
Menciona un momento del día que disfrutes particularmente.
La tarde, antes de que se ponga el sol. Si es en verano, y estoy en el cono sur, particularmente el momento que va de las seis a las ocho y media.
¿Cómo descubriste tu vocación?
Trabajando. Lo dije alguna vez: no supe que quería ser periodista hasta que lo fui y, desde entonces, nunca quise ser otra cosa.
¿Te identificas con algún personaje de la ficción?
No. Y de no ficción tampoco.
Publicado en La Tempestad 94 (enero-febrero de 2014)
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