Algunos fragmentos del nocturnario –o diario de sueños– de Michel Leiris, Noches sin noche y algunos días sin día (1961) ya habían aparecido en la selección preparada por Philippe Ollé-Laprune Para leer a Michel Leiris (2010), en traducción de Flora Botton Burlá. Ahora puede leerse en su totalidad, en una edición lanzada este año por Sexto Piso, en traducción de David M. Copé. El nocturnario de Leiris (París, 1901-1990) comprende el registro que llevó a cabo de su mundo onírico, ya sea en la entrevela o en el momento diurno que nos permite regresar con lucidez al recuerdo de lo soñado; se realizó entre marzo de 1923 y noviembre de 1960, aunque incluye algunos “sueños muy antiguos”, así como varios sin fecha. Esfuerzos como los de Leiris nos permiten imaginar la posibilidad de una historia de los sueños (en este caso con la vista privilegiada del momento histórico que vivió el autor francés, quien conoció la Francia de entreguerras y la Europa de posguerra, por no hablar de su cercanía con los surrealistas). Esa historia oculta, una contracara de la que se ha registrado hasta ahora y que sin duda está incompleta, daría cuenta de la manera en que experimentamos la realidad, de manera atómica, a menudo con un peso misterioso que, con todo, sigue siendo una de las vértebras claves de lo real. En este sentido, debe agradecerse el gesto de la editorial de incluir el volumen en su colección Realidades (donde le acompañan tanto biografías como crónicas).
Debe llamarse la atención a la singularidad del diario de sueños de Leiris. En su iluminador prólogo, Ollé-Laprune subraya la importancia que tiene en relación al resto de su obra autobiográfica. En efecto, a diferencia de otros esfuerzos similares, como el de Theodor Adorno (Akal publicó sus Sueños en 2008, traducción de la original de 2005), en el de Leiris no se aprecia la inquietud por las “fuerzas motívicas” que podrían deducirse de una colección disciplinada de lo que se sueña. Aunque Leiris conocía la obra de Freud y apreciaba la importancia que le daba a los actos fallidos o a los sueños (como señala Ollé-Laprune), no veía precisamente en lo onírico tanto una clave como otra arena donde, como escritor, podía ponerse auténticamente en riesgo (la clave del esfuerzo autobiográfico, como se desprende de su ensayo clave De la literatura considerada como una tauromaquia). Debe reconocerse también su capacidad para ofrecer imágenes inquietantes con una prosa contenida pero enigmática –no en vano, debe insistirse, fue parte del surrealismo durante un tiempo.
El libro que ahora presenta Sexto Piso añade un capítulo al largo espectro autobiográfico que Leiris buscó abarcar, tanto con Edad de hombre (1939) o La regla del juego (1948-1976, título que aún espera una edición completa en nuestras latitudes). Sospecho que podremos contar con su gran adalid, Ollé-Laprune, para ver más títulos traducidos a nuestra lengua.
Noches sin noche y algunos días sin día, Michel Leiris, Sexto Piso, México, 2017, 239 páginas
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