Bayoneta (2018) constata la buena racha del cine mexicano, que sigue entregando obras que contemplan a los diferentes tipos de audiencias. Luego de su exhibición en el Festival de Cine de Morelia, el filme de Kyzza Terrazas llegará a las salas en los próximos días. Bayoneta, como comenta aquí el director, surgió de una idea de Rafael Ley, productor de los filmes de Manolo Caro, pero también de película de Israel Cárdenas y Laura Amelia Guzmán (Cochochi), así como de proyectos de Gerardo Naranjo (Voy a explotar), Natalia Beristáin (Los adioses) y Alejandra Márquez (Las niñas bien).
La ligereza narrativa del filme de Terrazas, que tiene como protagonista a Luis Gerardo Méndez –que ya se ha convertido en un actor clave del cine que conjunta el entretenimiento con las apuestas formales, por ejemplo Tiempo compartido–, hace pensar en el buen camino por el que transita el cine en México. Aquí, una entrevista con el director de Bayoneta, filme sobre un boxeador atormentado en Finlandia.
Existe una tradición fílmica muy amplia que retoma al box, por ejemplo, Pepe el toro, Rocco y sus hermanos, Rocky, Toro salvaje, etc. ¿Qué te interesó de esta actividad?
Las películas y la literatura de boxeo, las prácticas alrededor de esta actividad, siempre me han llamado la atención. No soy aficionado a este deporte, pero digamos que es un contexto, un ámbito humano que me interesa. Siempre lo conforman personajes conflictivos, pasiones bajas, situaciones dramáticas. Por otro lado es un proyecto que planteó Rafael Ley, el productor de la película. Detectamos que había un vacío: teniendo en México una tradición de boxeo tan importante, faltaba en el cine actual una película que sucediera en este mundo. Al involucrarme en el filme comencé a colaborar con Rodrigo Márquez Tizano, coguionista de la película, que conoce a profundidad el boxeo. Somos amigos desde hace muchos años, compartimos intereses estéticos y literarios. Me acerqué a él porque sabía que iba a suscitar un buen diálogo. Lo principal era darle la vuelta a los personajes, alejarnos de las situaciones conocidas. Fue así que decidimos exiliar a nuestro personaje principal en un lugar tan lejano como Finlandia.
“Estábamos tratando de darle la vuelta a muchos lugares comunes, ¿por qué no tener como protagonista a Luis Gerardo Méndez?”, dice el director
Cuando el espectador ve la película se sorprende de que la historia no transcurre en México. Sabe que el espacio es otro, hasta que descubre con sorpresa que se trata de Finlandia. ¿Qué aportó la locación a la historia?
Fue parte de una búsqueda alrededor del argumento ya que no queríamos contar la historia de un boxeador en el fracaso, intentamos alejarnos del relato convencional, llevarlo más allá. El lugar más común del exilio hubiera sido Estados Unidos. Sentíamos que esa película ya la habíamos visto, aunque quizá no. Desprovisto de cualquier asidero, queríamos enfrentarlo consigo mismo, sin la posibilidad de escapar, como si estuviera en la luna, hacerlo un verdadero ermitaño. Investigamos casos de boxeadores exiliados en Europa. Así, nos fuimos yendo más lejos. Pensábamos en las películas de Kaurismäki, cuyos personajes siempre están atormentados a su manera; por otro lado se trataba de un reto de producción.
Bayoneta hace un estudio de personaje eficiente. Al personaje de Luis Gerardo Méndez lo vemos en planos muy abiertos, a veces empequeñecido por las tomas. ¿Cómo se planeó la puesta de cámara?
Todo parte de eso: de un estudio de personaje, de un guion ceñido al personaje. La idea era tener la cámara lo más cerca de él, que lo separara y lo dividiera, que captara el frío, el aislamiento tanto espacial como emocionalmente. A partir de eso organizamos las secuencias. Decidí usar algunos planos muy abiertos para mostrar el paisaje finlandés. Era importante que los colores combinaran de forma suave para generar una sensación blanca. En el caso de los interiores del gimnasio procedimos de esta forma: cuando entras a un lugar de entrenamiento lo que domina son las marcas en cualquier objeto y rincón, cosa que evitamos para crear un ambiente atemporal, sin la presencia invasiva del presente, que fuera algo más universal.
La película, por otro lado, funciona como un vehículo para Méndez…
Muy temprano en el proceso Rafa, que ya había trabajado con Luis Gerardo, lo sugirió. Me dijo que era conocido por Nosotros los Nobles (2013), entre otros proyectos. Mi reacción inicial fue de sorpresa, porque no era una elección obvia. Pronto me pareció una gran idea. Estábamos tratando de darle la vuelta a muchos lugares comunes, ¿por qué no hacerlo también con el protagonista? Se convirtió en una gran idea creativa, que le ayuda a la película. Luis Gerardo es un actor tan conocido como capaz. Desde un principio se comprometió con la película, le interesó el esfuerzo físico que representaba. La colaboración con él fue muy grata.
El lenguaje de los machetes (2011) y Somos lengua (2016), tus películas anteriores, exhiben búsquedas distintas, aunque también son historias con turbulencia. ¿Consideras que Bayoneta es una ruptura en lo que venías trabajando?
Creo que no. Sí es una película distinta, que, por decir algo, no viene desde la víscera, no es tan íntima como las dos anteriores, pero uno siempre acaba contando las mismas historias. Si bien desde un principio se trató de la idea de un productor, me invitaron a pensar el proyecto. En ese sentido es una obra diferente, pero no creo que sea otro el registro. Tiene muchos vasos comunicantes con El lenguaje de los machetes (2011). Me interesan los estudios de personaje, las historias que retratan tormentas interiores.
El filme llega en un momento estelar del cine mexicano, con muchas películas propositivas. ¿Cuál es tu sentir al estrenar en este contexto?
Estoy orgulloso de que tantos colegas, productores, directores y actores estén haciendo buen cine. Me siento parte de un momento, no sé si de una generación, en el que ha habido un cambio positivo. Me da gusto contribuir, si es el caso, con una pieza que espero que sea bien valorada, que pueda contribuir a seguir enriqueciendo la creación cinematográfica.
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