A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Alfonso Maldonado, arquitecto.
¿Cómo fue tu incursión en el mundo de la arquitectura?
Fue algo muy natural, siempre me atrajo la disciplina. Desde niño estuve en contacto con la cultura, por ejemplo a través de la visita a museos.
De la arquitectura me entusiasmaba la escala y el rango, hacer de todo, desde unidades muy pequeñas hasta cosas gigantescas. Me gusta mucho que a través de ella puedes aprender de cosas muy diferentes y también involucrarte en temas diversos, no sólo con el arte sino con cualquier área del conocimiento. La arquitectura siempre es algo diferente.
¿Consideras que existe una sensibilidad distinta que provenga de la identidad sexual del creador?
Supongo que sí, pero no creo que sea una circunstancia definitoria. Históricamente se trata de un recurso que acompaña al contexto. Creo que hoy en día es distinto, realmente puedes ser lo que sea y no tiene que ver necesariamente con la sexualidad; si bien es una parte muy importante de la identidad de cualquier persona, no creo que la orientación sexual defina su talento o capacidad para realizar o apreciar las artes.
¿Crees que el arte y el diseño tienen una relación especial con los movimientos sociales?
Cualquier disciplina creativa es –antes que nada– un proceso intelectual. Y de una forma muy natural, cualquier proceso intelectual tiene que ver con la protesta social, con la exploración de temas que a veces están en los límites de lo aceptable para cualquier cultura. Por lo mismo, es un medio de expresión idóneo para cualquier lucha. Un ejemplo clarísimo fueron las vanguardias rusas, cuyo auge fue durante la revolución rusa, aunque después colapsaron.
¿Tienes alguna relación con la comunidad LGBT+ en México?
A nivel personal la relación es cercana, a nivel profesional, menos inmediata. Existe una relación natural con el tema, pero no es ni el fin ni la razón para involucrarme o no en un proyecto. Colaboré con la revista Anal, por ejemplo, para una exposición en el Museo del Chopo; diseñé un objeto de pequeña escala que sirvió de marco para exhibir piezas de diseño editorial. Fue un experimento muy interesante.
¿Qué futuros ves en el mundo de la arquitectura?
Es difícil hablar del futuro como una trayectoria clara; yo más bien diría posibilidad. Considero que la arquitectura, al igual que muchas otras disciplinas, está en un momento de redefinición, si no es que de crisis. En gran medida ha perdido su papel social, que ha sido gradualmente reemplazado por medios completamente nuevos; tecnologías como las redes sociales e Internet han desplazado el espacio público como punto de encuentro; en ese sentido, la arquitectura tiene que reencontrar un punto de conexión con la sociedad. No me atrevería a definir futuros pero, para mí, lo interesante a explorar es cómo esos cambios tecnológicos generan cambios sociales y cómo esos cambios sociales pueden reflejarse en un entorno construido.
¿Qué futuro auguras para la comunidad LGBT+?
Creo que hay muchas cosas que se han ganado y muchas otras que hacen falta. En comparación con otros países, en México tenemos ventajas, particularmente en la Ciudad de México, donde la comunidad está mucho más normalizada. Quizá estamos en un momento en el que las luchas están volviéndose más personales que colectivas y eso va a ser un proceso interesante. Es un fenómeno muy común que las minorías se alíen con otros grupos que están en la misma circunstancia; en la medida en que esa circunstancia se diluye porque se normaliza, el vínculo se va perdiendo. Cuando se convierta en un fenómeno común, va a ser interesante cómo el tema dejará de ser central en la construcción de la idea de identidad.
Algunas recomendaciones para los jóvenes.
Una ventaja de nuestro tiempo es que tenemos acceso a toda la información del mundo y podemos ahondar tanto como queramos en cualquier tema. Mi recomendación es aprovechar esa posibilidad; aunque en un inicio sea superficial la aproximación, siempre es importante acercarse a lo que nos resulta interesante y poco a poco profundizar. No hay que permitir que la curiosidad se estanque, sino convertirla en acción. Una de las grandes cualidades de la Ciudad de México es que tiene una oferta cultural muy amplia. Más que el proponer algo en específico, hay que atreverse a explorar, no importa si no se sabe por dónde empezar, poco a poco se encuentra con qué conectar lo que nos interesa.
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