La favorita (2018), la nueva película de Yorgos Lanthimos, se nutre del cine de antaño. Con una recreación que recuerda a Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975) –específicamente por su magnífica iluminación a media vela–, el filme del griego retoma la premisa de All About Eve (Joseph L. Mankiewicz, 1950), filme donde una decadente Bette Davis, que actúa como una vieja gloria del teatro, es expulsada de los escenarios por Anne Baxter, que interpreta a Eva Harrington, una joven que viste su malicia y hambre de éxito con recato hipócrita. La película, que con razón se llama en español La malvada, también se pudo titular La trepadora.
Lanthimos ha sabido leer el subtexto que plantea la atracción/repulsión de los personajes femeninos de la película de Mankiewicz, en la que existe una tensión sexual disfrazada de admiración. Hace un par de años Pedro Almodóvar retomó la figura de la actriz vieja que lucha por que otra más joven no le haga sombra. Se trata de Todo sobre mi madre (1999), filme que transcurre en el teatro madrileño. “Lo tenías todo planeado… ¡Eres igualita que Eva Harrington! ¡Te aprendiste el texto de memoria, a propósito!”, le reclaman a la protagonista, que trabaja como asistente de una diva del teatro, a la que acusan de maliciosa.
En La favorita, también, hay mujeres que se baten por tener el control. El contexto, sin embargo, es más atrevido. Se trata de la corte británica de inicios del siglo XVIII. La reina Anne (Olivia Colman), que parece una niña envejecida, volátil y miedosa en la misma medida, tiene una consejera (Rachel Weisz) que la mima y, también, la manipula. Cuando llega una nueva y joven sirvienta (Emma Stone) las cosas cambian. Al hacerse indispensable, la chica se gana los favores de la reina y, poco a poco, se vuelve su preferida. Como Eva Harrington, el rol de Stone, una joven violentada que proviene de una familia aristocrática caída en desgracia, no tiene escrúpulos y persigue lo que quiere a cualquier costo. Su obstáculo principal es, por supuesto, Weisz, su prima, que disfruta de controlarla. El antagonismo entre las mujeres, que no sólo surge de la diferencia de edades sino también de la disparidad de sus privilegios, es un duelo de astucias que incluye chantajes, complots políticos y servicios sexuales.
Lanthimos acierta al componer un retrato anacrónico: aunque su reconstrucción de la corte es exquisita, el lenguaje no corresponde con la suntuosidad de la época. Esto se manifiesta abiertamente en una divertida escena de baile donde los movimientos de los cuerpos son una mezcla de estilos contemporáneos. La película, por otro lado, tiene un lado flaco: Weisz nunca logra verse ajada o en desventaja, siempre luce esplendorosa, incluso con una cicatriz en la cara.
El filme del griego, a diferencia de otras lecturas de la historia de La malvada, va más allá. Aborda el poder, facultad que no la da ni la juventud ni la belleza, sino el linaje, el dinero y sobre todo el apoyo de otros poderosos. La propuesta de Lanthimos recuerda a Senso (1954), la película de Luchino Visconti que plasma el poder de una mujer, una noble cuya belleza se está marchitando, que castiga al amante que la traicionó; su actitud despechada demuestra que aunque su corazón está herido su fuerza reside en su posición social y política. El desenlace de La favorita es potente: Lanthimos filma el rostro de Stone, que a pesar de su actitud venenosa yace a los pies de su reina, que la puede desterrar o conservar como doncella según le convenga.
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