Alberto Odériz, arquitecto de formación, compagina su trabajo como escultor con otras disciplinas como el urbanismo o la docencia. El español ha realizado exposiciones en torno a la inexplicable roca, temática que explora la escultura y las acciones que realizan los seres humanos para resignificar las piedras, así como la relación de los objetos con los cuerpos. Ascensión y caída: un sacrificio, muestra que albergará el Centro Cultural de España a partir del 20 de febrero, da continuidad a sus intereses.
Al resignificar materiales, restos constructivos, residuos urbanos o piedras y rocas encontrados ya sea en la ciudad o en su hábitat natural, el español cuestiona el propio hecho escultórico e interroga los mecanismos del arte que lo legitiman. En Ascensión y caída: un sacrificio, indaga en los rituales mexicas como inspiración para concebir un proyecto articulado en torno a la idea de caída. Es Coyolxauhqui, deidad mexica, la que toma como referencia Odériz para argumentar la idea de ascensión. Al ser decapitada por Huitzilopochtli, la cabeza de la hija de la diosa madre Coatlicue, fue lanzada al cielo, convirtiéndose en la luna.
Algunas de las obras previas de Odériz son la instalación El Zócalo en la Plaza de la Constitución (2014); Casa manifiesto, una reconstrucción de la ideología de la primera casa funcionalista de O’ Gorman (2017); Nueve(punto)ocho, sobre la relación de los objetos con los cuerpos (2018); Dolmen, levantar la piedra en un pueblo del norte de España (2018); y la instalación Y al final, una piedra en el parque Lincoln (2018).
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