viernes, 16 de junio de 2017

Arias y Masotta: exposiciones

 

Hace un año el Museo Universitario Chopo albergó la primera retrospectiva en la Ciudad de México del artista chileno Carlos Arias, El hilo de la vida. Bordados 1994-2015. La exposición, curada por Cuauhtémoc Medina, reunió setenta y dos piezas que representan veintidós años de trabajo del artista nacido en Santiago de Chile en 1964 y afincado en México desde 1988. En “El camino de eros”, incluido en el catálogo de la muestra, escribió: «Como artista, me interesa potenciar el momento en el que el espectador está frente a la imagen y ésta funciona más como un receptor que como un campo de representación legalizado y canónigo de lo representado. Pensando que se ejerce un contacto de superficie en que todo sucede, donde el espectador convierte al objeto en espectro de su propia mirada. En esa superficie es como el acto donde reside el interés mayor que justifica un plano de existencia para la imagen representada, es el acto voyeur de la mirada la que la justifica como imagen». En aquella ocasión se pudo ver Jornadas, un mural de dieciocho metros de longitud en el que Arias ha trabajado desde 1995: de carácter autobiográfico, condensa el carácter a la vez íntimo y experimental (híbrido textil entre la pintura y el dibujo) de su trabajo.

 

Después de 20 años de ausencia, Carlos Arias vuelve a pisar el espacio de una galería con El hilo está puesto, que agrupa cincuenta y seis piezas producidas durante dos décadas: «El hecho de dedicarse cotidianamente a la producción de objetos elaborados a mano que requieren tanta inversión de tiempo, me ha dado la seguridad de no tener que hacer caso a territorializaciones de quehaceres en la significación política e ideológica de la definición de los géneros masculino / femenino». Montada en la galería Marso (Berlín 37, colonia Juárez, Ciudad de México), la exposición es pertinente: incluye obras inéditas y, sobre todo, permite atestiguar el “mestizaje” de la pintura de aguja de Arias, en la que combina técnicas de bordado de indígenas y campesinos mexicanos. Podrá visitarse hasta el 24 de junio.

 

Oscar Masotta vacía un extinguidor en su happening Para inducir al espíritu de la imagen, Instituto Di Tella, Buenos AIres, 1966. Cortesía de herederos Oscar Masotta / MUAC

 

En el sur de la ciudad, el MUAC hospeda La teoría como acción, exhibición dedicada al pensamiento del teórico y artista argentino Oscar Masotta (1930-1979). Con la curaduría de Ana Longoni, la muestra es un documento importante sobre las vanguardias que surgieron en Argentina entre los cincuenta y los setenta. El personaje de Masotta siempre despierta controversia: «ha sido nombrado “un verdadero héroe modernizador”, “una sensibilidad prototípica de la década del sesenta” o un “escritor-faro”. Sus intereses teóricos fueron múltiples y móviles: de la literatura y la militancia política a la vanguardia artística y la historieta, el psicoanálisis, la semiología, el estructuralismo, entre tantos otros. Marxista heterodoxo e intelectual marginal a la academia, fue (y sigue siendo) resistido por su dandismo y la “frivolidad” de sus pasiones, y por no encuadrarse al modelo del intelectual comprometido, ni el intelectual orgánico», escribe la curadora.

 

La teoría como acción, que permanecerá abierta hasta el 13 de agosto, complementa el programa museístico del MUAC con la mirada puesta en la Latinoamérica convulsa de los años setenta, como pudo verse de febrero a mayo en Juan Acha. Despertar revolucionario, curada por Joaquín Barriendos. La exhibición es también un buen pretexto para buscar Revolución en el arte, libro publicado por la editorial argentina Mansalva con textos fundamentales de Masotta.

 

 



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