martes, 9 de octubre de 2018

Un nuevo museo del niño

A medio año de su apertura, el Museo del Niño Tuxtla Gutiérrez, proyectado por el estudio C Cúbica Arquitectos, ganó el premio que otorga la Asociación de Arquitectos e Interioristas de México en la categoría de Espacios Lúdicos. El diseño del museo, que se encuentra en contraesquina de la Torre Chiapas, en eje con el Cañón del Sumidero, está inspirado en la orografía de Chiapas, en las subidas y las bajadas de su paisaje, y en las técnicas de origami vinculadas a las expresiones artísticas infantiles. La institución, por otro lado, involucró a las secretarías del estado. Cada una de las salas de exhibición fue adoptada por una secretaría con dos objetivos: comunicar a los niños en qué consiste su trabajo y, también, garantizar el mantenimiento de los espacios, así como sus contenidos y actividades.

Desarrollado por el Gobierno del Estado de Chiapas a través de la Secretaría de Obra Pública y Comunicaciones, el Museo del Niño se caracteriza por soluciones sencillas. Marco Coello, arquitecto y miembro de C Cubica Arquitectos, despacho fundado en 1990, comenta que el proyecto y la ejecución de la obra ha sido sensible a la realidad de Chiapas, estado de gran riqueza natural aunque con carencias en muchos aspectos, por ejemplo la infraestructura cultural. “La estética del edificio, cuya fachada remite al papel, se creó a partir del uso de una lámina perforada que funciona como una doble piel, como una persiana o cortina, que permite el paso de la luz y del aire, ahorrando recursos en sistemas de ventilación. Los interiores y los acabados del edificio son sencillos, todos los pisos son de cemento pulido, no hay plafones. Desde el principio quisimos hacer un edificio congruente con la realidad de Chiapas. No hay ostentación ni elementos disonantes con la realidad. La intención fue hacer un museo que pueda crecer a partir de sus programas expositivos”, detalla Coello.

“No hay ostentación ni elementos disonantes con la realidad en el museo”

El modelo que desarrolló el despacho arquitectónico, que también es responsable de la museografía en colaboración con Sinestesia, se basa en la mezcla de usos. En su interior el museo forma una U, cuyo centro es una plaza abierta con la intención de generar comunidad entre los visitantes. En la planta baja hay un área comercial con ocho locales que fueron pensados para que el recinto sea autosostenible en el tiempo. El dinero obtenido en los negocios sirve para solventar los gastos de luz, agua, jardinería y sueldos de los empleados. Al incorporar a las secretarías la institución, que es gestionada por el Conarte, apuesta por que los niños conozcan qué hace cada una de ellas, en qué consiste su labor. “Al tratarse de un estado con múltiples carencias”, dice Coello, “creemos que el conocimiento generará desde temprano una exigencia en los visitantes y, también, una participación activa en el futuro. Este guion nació de la colaboración de antropólogos, sociólogos y pedagogos”.

El primer piso es donde se encuentran los espacios expositivos, en los que se desarrollan temas como la biodiversidad, el patrimonio natural, el patrimonio cultural material e inmaterial, la economía y el desarrollo sustentable. El museo, que también cuenta con un auditorio para 105 personas y una cafetería, así como un área de juegos infantiles, un huerto y un carril de educación vial y fuentes interactivas, se basa en un proyecto educativo que retoma los aspectos regionales de Chiapas. Coello, que considera que este modelo es replicable en otros estados, asegura que el trabajo arquitectónico ha tomado en cuenta todos estos aspectos para generar un espacio vinculado a las necesidades propias de la población tanto de Tuxtla como de otros lugares de Chiapas.



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