jueves, 19 de diciembre de 2019

Artista visual del año: Mariana Castillo Deball

Presente de las Artes en México aspira a producir una instantánea que permita rastrear algunos rasgos salientes del arte de los últimos tiempos; nuestra selección consta de 12 artistas que están cambiando las formas expresivas y reorientando la discusión.

 

En 2018, el Museo Amparo de Puebla presentó In tlilli, in tlapalli, exposición conjunta de la artista Mariana Castillo Deball y la investigadora Diana Magaloni Kerpel. Magaloni, exdirectora del Museo Nacional de Antropología, es autora, entre otros, del destacado libro Los colores del Nuevo Mundo, editado por la UNAM en 2014. El estudio contiene una tesis fascinante: el Códice Florentino, la obra escrita y reunida por Fray Bernardino de Sahagún entre 1540 y 1585 a través de sus informantes indígenas, también conocida como Historia general de las cosas de la Nueva España, contiene una especie de código oculto –al menos para el fraile y el resto de los misioneros– en sus colores. Ese código se articula a través del concepto náhuatl de ixiptla: una imagen que no es meramente representativa, sino una presencia efectiva, poderosa. En este caso, el color no sería un elemento meramente ilustrativo sino un lenguaje operando en cada página. La tesis, como ya puede verse, es altamente atractiva para una artista visual como Castillo Deball, quien de 2014 a 2018 editó cuatro números de la revista titulada precisamente Ixiptla, donde aspiraba a vincular las trayectorias conceptuales de arte y arqueología. In tlilli, in tlapalli parecía, así, el cauce natural de intereses en común: piedras, plantas, dibujos, códices, mapas, conformaban lo que en el texto curatorial de la exposición se denominó una constelación escultórica y que, en el fondo, podía entenderse como una investigación en toda regla. Esto es, la obra de la artista capitalina podría entenderse, a su vez, como ixiptla: ya no la ilustración o la confirmación de ideas trabajadas en textos previos, sino una indagación de los conceptos por otros medios, no solamente textuales.

La obra de Castillo Deball sugiere que es necesaria una comprensión más amplia del tiempo, una comprensión geológica.

La carrera de Castillo Deball (Ciudad de México, 1975) podría entender como una reflexión puede retrotraerse ya por más de veinte años: egresada de artes visuales por la UNAM en 1997, concluyó en 2003 un programa de posgrado por la Jan van Eyck Academie Maastricht, Holanda. Desde entonces, sus exposiciones alrededor del mundo han ido en aumento en consonancia con sus reconocimientos: en 2004 le fue otorgado el Prix Nacional de Washington de Rome; en 2012 el Zurich Art Prize y el Henry Moore Institute Fellowship; y en 2013 el Preis de Nationalgalerie für Junge Kunst. Por ello, no es sorprendente, aunque sí altamente celebrable que, a principios de año, el New New Museum le dedicara una exposición individual, con obras realizadas ex profeso para el museo neoyorquino y otras nunca antes expuestas en los Estados Unidos. Titulada Finding Oneself Outside, la exposición reafirma las inquietudes de Castillo Deball, extendiéndolas en lo que se podría entender como una reflexión general sobre los documentos, objetos y archivos que contienen y producen la historia. Así, podrían comprenderse sus intervenciones ¿escultóricas? sobre libros, como los de la Galería Nacional de Washington o el Museo de Arte Moderno de Nueva York, pero también su versión de la Coatlicue, en esta ocasión tirada sobre el suelo del New Museum (y ya no imponente como en el Museo Nacional de Antropología), flanqueada, además, por interpretaciones pictóricas de sus perfiles y contornos. La reflexión sobre los documentos parece, al final de cuentas, una reflexión sobre el tiempo y las posibilidades del arte de jugar con sus dimensiones: la pregunta, entonces, es cómo construir otra concepción del tiempo que incluya una nueva comprensión de nuestro pasado, que en México sigue oscilando entre la mitificación y el mero rechazo.

Imagen de Mariana Castillo Deball tomada del sitio de la Biennale Gherdëina

La obra de Castillo Deball sugiere que es necesaria una comprensión más amplia del tiempo, una comprensión geológica, si se quiere, o al menos eso parece decir su otra gran exposición de 2019: Replaying Life’s Tape, en el Monash University Museum of Art, de Melbourne, Australia. En la exposición, la artista presenta una recreación visual de la paleoecología del período Ediacárico (de alrededor de 600 millones de antigüedad), combinando “objetos, sistemas de exhibición escultóricos y tecnologías de visualización”, para observar las relaciones entre el sitio, el tiempo y la historia. En Replaying Life’s Tape, nuevamente, el color tiene un rol central: en este caso, el rosa brillante, el pigmento orgánico más antiguo del mundo, extraído de las bacterias de los fósiles del Ediacárico. Colores, piedras, archivos, libros, plantas, documentos, elementos que se arremolinan en el trabajo de Mariana Castillo Deball para aspirar a construir nuevos devenires. 

Imagen – Vista de ‘Finding Oneself Outside’, en el New Museum de Nueva York. © Maris Hutchinson / EPW Studio




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