Presente de las Artes en México aspira a producir una instantánea que permita rastrear algunos rasgos salientes del arte de los últimos tiempos; nuestra selección consta de 12 artistas que están cambiando las formas expresivas y reorientando la discusión.
“Creo que pensar los cuerpos en el museo, un espacio históricamente construido para albergar objetos, es un acción provocadora. Ya que interrumpe las lógicas de validación del arte así como sus maneras de hacerse. En los museos se protegen, exhiben, adquieren y acumulan objetos; cuando alguien se encuentra con cuerpos en el lugar de la obra, se está encontrando con que, dentro de las lógicas del museo, los cuerpos no se venden, no se restauran, no se guardan en una bodega y no pertenecen a una colección. Por tanto, la primera pregunta que probablemente la mayoría se hace cuándo se encuentra con cuerpos en movimiento en el lugar de las obras es: ¿Qué hace esto acá?”. Así explica Bárbara Foulkes (Buenos Aires, 1982) algunas de las ideas en ebullición detrás de Autorreconstrucción: insistir, insistir, insistir, la versión de 2019 de la colaboración de largo aliento de la coreógrafa argentino-mexicana y el artista Abraham Cruzvillegas, desarrollada en siete sesiones, entre los meses de julio y octubre, en La Tallera, el museo de la Sala de Arte Público Siqueiros en Cuernavaca. Insistir, insistir, insistir es una pieza en continua rearticulación ya no sólo por las diversas configuraciones formales que ha tenido en los últimos dos años sino por el número de personas involucradas en ella: desde el propio Cruzvillegas, pasando por el músico Andrés García Nestitla y, en las diversas activaciones de la versión de este año, intérpretes como Nallely Caballero, Nabani Aguilar, Silvia Mohedano, Alexandra Occelli, entre muchos otros.
“Esta experiencia fue una manera más de entender que la obra es un agente de vida, que se transforma mas allá de quienes la parimos y que no está ahí para verla sino para usarla y para que otros la usen”, dice la creadora.
En algunas de las activaciones Foulkes ni siquiera estaba presente, por lo que una parte importante de esta Insistir, insistir, insistir recaía en la transmisión de su propia experiencia coreográfica: “Es una manera interesante de tomar decisiones, porque una se vuelve artista y espectadora al mismo tiempo. Y se construyen plataformas para que los errores, lo accidental y lo inacabado convivan, para mantenerse así en las lógicas de lo que está siendo. Gracias a Abraham aprendí más acerca de la idea de la transmisión, que no tiene que ver con enseñar a hacer, sino con transmitir la experiencia para que otros la vuelvan suya. Me gustó mucho pensar en transmitirle la obra a otros para que la obra caiga en sus cuerpos y, como creo que la caída contiene un potencial de transformación muy poderoso, la obra se transformó. Esta experiencia fue una manera más de entender que la obra es un agente de vida, que se transforma mas allá de quienes la parimos y que no está ahí para verla sino para usarla y para que otros la usen. Creo que también los curadores y el resto de los trabajadores del museo tuvieron que dislocar su manera de trabajar para volverse agentes activos durante los tres meses que duró la explosión-exposición. Por otro lado, esta decisión implicó que los performers que seleccionó Silverio Orduña crearan obras a partir de nuestra obra, transmitiéndoles en un laboratorio todo el material acerca de cómo llegué a la pieza. Esto rompió con la lógica coreografo-director-performer-artista. Hay algo en el mundo de las jerarquías que se rompió tantito”.
En septiembre pasado, Bárbara publicó un ensayo en GASTV a partir de las manifestaciones feministas de mediados de año en la Ciudad de México que, al mismo tiempo, buscaba ampliar la discusión hasta la corporalidad misma en las condiciones políticas del presente. Para alguien que ha reflexionado largamente sobre conceptos como la gravedad o la caída a través de sus propias piezas, el ejercicio de articular o encontrar ecos en la escritura y el desarrollo conceptual es harto relevante: “El feminismo se asentó en los últimos años para darnos la vuelta y en este momento algo explotó”, dice la coreógrafa en conversación con La Tempestad, “todas las partes están suspendidas en el aire para verlas desde otros ángulos y resignificarlas; ya veremos cómo vuelven a tocar el piso. Tal vez nunca lo vuelvan a tocar”, afirmación que resuena con mucho del imaginario que Foulkes ha construido en piezas como Flota, 9.8 o Balanza. “Escribo desde mis experiencias y desde lo que he aprendido través del arte y a través de mi cuerpo y, lo más importante, desde los cuerpos que me rodean. Soy artista y trabajo desde la coreografía, como un arte que posiciona al cuerpo en el punto de partida de su investigación. Creo en el movimiento y la acción como agentes transformadores profundos y en la danza como un espacio de encuentro que nos proporciona la posibilidad de comunicarnos con otros lenguajes, tal vez menos atravesados por las maneras de estructurar y significar las palabras. Para mí, cuerpear es una manera de aprender y una manera de comunicarme”.
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