Presente de las Artes en México aspira a producir una instantánea que permita rastrear algunos rasgos salientes del arte de los últimos tiempos; nuestra selección consta de 12 artistas que están cambiando las formas expresivas y reorientando la discusión.
Para muchos de sus colegas se trata del arquitecto en activo más importante de México. Lo cierto es que año con año Alberto Kalach y su Taller de Arquitectura X (TAX) añaden al paisaje urbano edificios que son, antes que cualquier otra cosa, formas de pensar lo habitable, de hacer ciudad. No extraña, entonces, que en 2014 hayamos destacado la Torre 41 (Ciudad de México) –la sede de su despacho– como diseño del año, y que ahora elijamos su trabajo durante 2019 como el más relevante en el campo de las formas útiles.
Si 2018 culminó para Kalach con la publicación de Inventario MMXVIII, el libro que acompañó la exposición homónima, que reunió en Casa Barragán un cuarto de siglo de maquetas de su estudio, este año comenzó –al menos mediáticamente– con sus declaraciones para El Universal: el plan de Gabriel Orozco para el Bosque de Chapultepec, presentado en una de las mañaneras presidenciales, no es más que una variante del que TAX desarrolló en los últimos lustros. Diplomáticamente, zanjó: “Yo creo que las ideas son de todos. Una vez que publicas una idea, es de todos”.
Al margen de lo anterior, Kalach terminó este año dos edificios que combinan potencia estética y pertinencia social. Ambos se encuentran en Jojutla, Morelos, uno de los municipios más afectados por el sismo de 7.1 grados del 19 de septiembre de 2017, y son parte de un proyecto de intervención del Infonavit, con fondos de la Fundación Hogares, para la reconstrucción de infraestructura y espacios públicos. Según explica la memoria de la institución, tres principios fueron rectores: necesidad, viabilidad y valor agregado. Una vez resueltos los aspectos financieros, el TAX, con Roberto Silva como responsable, se encargó del diseño de la Escuela Primaria Emiliano Zapata y una pequeña capilla.
“La arquitectura es un oficio y se aprende trabajando, como en todos los oficios es algo que se aprende haciéndolo”, declaró Alberto Kalach.
Al colapso de dos escuelas de Jojutla, Kalach (Ciudad de México, 1960) respondió con una investigación sobre las características necesarias para que una situación semejante no vuelva a repetirse. El resultado es una estructura reticular, un sistema de arcos y losas encasetonadas de concreto aparente que, además de aportar en sí mismos plasticidad, significan un ahorro en costos de mantenimiento. La rigidez estructural contrasta, sin embargo, con la experiencia del espacio: fluido, versátil, ventilado naturalmente, matizado por el encuentro del concreto con la madera de puertas, pérgolas y celosías y el ladrillo de los cilindros que albergan baños y escaleras. El toque brutalista característico de Kalach encontró aquí una feliz oportunidad.
Aunque el arco es, nuevamente, el principal elemento compositivo, la Capilla es un ejercicio muy distinto al anterior. Con capacidad para 60 personas, se trata de hacer de una cúpula –que en una iglesia sería parte del conjunto– el edificio en sí. El tono rojizo del concreto entintado lo hace parecer, a la distancia, ladrillo, pero garantiza una resistencia que este material no tendría en caso de que un nuevo sismo afectara Jojutla.
No son los únicos trabajos desarrollados por el Taller de Arquitectura X durante los últimos doce meses, pero sí los que merecen destacarse por su capacidad de aportar expresividad en un entorno de necesidad. El reconocimiento a su trabajo no hace más que expandirse: The Guardian eligió la Biblioteca Vasconcelos (2007) de la Ciudad de México –en su momento un trabajo debatido– como uno de los diez mejores edificios del siglo XXI, destacando su emocionante espacio interior. Las buenas noticias no terminan ahí: junto a Tatiana Bilbao, Gabriela Carrillo y Mauricio Rocha, Kalach ganó el concurso para el anteproyecto del Centro Cultural Álvaro Carrillo, en la ciudad de Oaxaca.
“La arquitectura es un oficio y se aprende trabajando, como en todos los oficios es algo que se aprende haciéndolo”, declaró Kalach a Archdaily. Y en esa sencilla idea parece englobarse un posicionamiento arquitectónico ajeno a los efectos digitales, que aún confía en las soluciones materiales.
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