El cine mexicano transita por uno de sus momentos más contradictorios. Por un lado el año pasado se produjeron 176 películas, según datos de CANACINE, el número más alto en la historia del cine mexicano, pero de ellas apenas un puñado llegan a salas comerciales: la distribución como problema mayor. Por eso la importancia de foros como el Festival Internacional de Cine de la UNAM que, en su octava edición, propuso diez películas mexicanas recientes, tan distintas en lo temático y formal como en sus reflexiones alrededor de la contemporaneidad y sus posibilidades de representación.
De las diez que integraron “Ahora México”, la sección mexicana en competencia, seis están disponibles en la plataforma Festival Scope. Vistas en conjunto son un termómetro que mide qué tanto el cine producido se encuentra atento a realidades del país (y de otros territorios).
En David, el regreso a la tierra (2017), la cineasta Anaïs Huerta sigue los pasos de David Larbre, un joven abogado treintañero que en cierto momento de su vida emprende la búsqueda de sus orígenes para completar, reinventar su identidad. Él, nacido en Haití y cuya madre biológica muere, fue adoptado al año de nacido por una familia francesa. Partiendo de su testimonio y el de su madre y hermanos, esta película, como rompecabezas, va conjuntando las piezas emocionales que integran a una persona. La historia de cada quien es una suma de recuerdos frágiles, de plenos olvidos o de invenciones que nos edifican. “Cuando vuelves no encuentras lo que dejaste atrás”, comenta a cámara la madre del personaje. Esta búsqueda de un pasado no tan claro que poco a poco se va precisando resulta en un David fortalecido y contento, luego de tal periplo.
Otro tipo de búsqueda es la que acomete Eva Villaseñor en M (2017), su segundo largometraje. Si ya en Memoria oculta (2014) nos había sorprendido con la honestidad de un relato autobiográfico atravesado por relaciones familiares tan tirantes como amorosas, ahora se concentra en la figura de su hermano, el rapero Tankeone. Se trata de una mirada un poco impaciente pero compasiva de este músico mexicano, aunque la relación fraternal profundiza la observación. En M, se muestra el vaivén en el que se mueve, su postura crítica en sus canciones y su seguridad frente al público, versus las contradicciones y fragilidad en los ámbitos familiares. Es también una mirada comprensiva sobre un personaje que expresa el desencanto y el enojo de la juventud acosada por la injusticia, la desigualdad y la violencia desgarradora en tiempos de narcoestado mexicano. Hacia el final de la película, Tankeone se pregunta a gritos “¿dónde están?”, antes de entrar literalmente a un laberinto.
En torno a las indagaciones sobre los ámbitos de la memoria, la identidad y la familia, Esta película la hice pensando en ti (2018), de Pepe Gutiérrez, es un aporte. Presenta a una mujer mayor que vuelve a su pueblo de origen en busca de su padre ausente. Sí, es un trasunto de Comala, incluyendo figuras y diálogos fantasmales. El sitio está poblado de personas desdibujadas, que no sabemos si son proyecciones o recuerdos de la protagonista. Gutiérrez convierte los múltiples recursos formales que presume la cinta (fotografía en b/n, luego en color, luego en negativo) en pretextos para empujar una película fallida. No obstante, funciona en la medida que la pieza nos permite acompañar esa búsqueda. Lo significativo es el viaje y el posible proceso de transformación del personaje principal, interpretado por la madre del director.
Relato en primera persona de un sobreviviente, La sombra de un dios (2017) parte de una historia verídica sucedida décadas atrás en una comunidad rural del occidente de México. Dirigida por el austriaco Bernard Hetzenauer, este cortometraje, acompañado de una voz en off, va presentando al protagonista del relato, a otros sobrevivientes, imágenes del pueblo en cuestión y los escarpados paisajes de los alrededores. Cuenta la historia de una masacre absurda, que bordea lo mitológico-fantástico: en los años 80 un hombre se pensó Dios y supuso que como tal tenía derecho a los cuerpos y a la vida de los demás. Algunos le creyeron y le permitieron ese delirio. Al final de este sorprendente relato, que dura apenas veinte minutos, incluso podemos pensar que se trata de una invención, una ficción construida en clave documental.
La vida suspendida de Harley Prosper (2018) es un estudio obsesivo sobre un hombre recluido en el cuarto de un albergue para enfermos terminales, en algún lugar de Canadá. Harley Prosper ha decidido morir bebiendo alcohol. El personaje apenas puede articular palabra, pero, de pronto, como chispazos de lucidez, lanza recordatorios punzantes de nuestra finitud y nimiedad como humanos. Cámara en mano, el dotado director Juan Manuel Sepúlveda se entromete a fondo de los últimos días de este personaje al límite. Con profusión de primeros planos, nos deja ver partes detalladas del cuerpo del moribundo. Aunque no de modo intrusivo, también nos regala retazos de su cotidianidad: sus rutinas de dormir, divagar y volver a dormir. Un año después vemos a Harley jugando animosamente con su gato, en un departamento. ¿Ha recuperado las ganas de vivir? No lo sabemos, aunque pareciera que, al menos, ha querido posponer el cumplimiento de la condena un rato más.
La ópera prima Piérdete entre los muertos (2018), de Rubén Gutiérrez es de los puntos bajos de la selección “Ahora México”, por lo general bastante robusta. Estructurada bajo una ominosa atmósfera onírica, el eje principal de la película es el monólogo de un hombre enterrado hasta los hombros en un paisaje árido y hostil. Este hombre es hallado por una mujer que, con un mazo, lo amenaza y hiere constantemente. Un monólogo que va de la reflexión sobre el cine y los riesgos de la representación a elucubraciones de manual. Si bien la imagen no deja de ser poderosa, el ejercicio se vuelve delirante; ojalá hubiera tenido más consistencia y menos parodia.
Todas las películas mencionada pueden verse gratuitamente hasta el domingo 25 de marzo de 2018 en la plataforma Festival Scope.
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