Pedro Reyes ha montado en Labor una una serie monolitos con cortes paralelos de diferentes longitudes y profundidades, volúmenes que al ser percutidos producen distintas notas musicales. En los litófonos de Reyes, la volumetría tiene una presencia óptica, háptica y acústica únicas, característica del sonido emitido por cada una de las piedras.
Cada bloque pétreo tiene una disposición participativa que trasciende la presencia visual en la sala e incita al espectador a interactuar con un conjunto de esculturas. Expandiendo las nociones acerca de la convergencia entre la escultura y la acústica.
Los monolitos producen distintas notas musicales atonales, cada variación en las proporciones geométricas de la piedra, es también un cambio en los umbrales del sonido. El artista mexicano logra crear un espacio de integración, en donde la escultura evoca al sonido. La música generada por estos teponaxtlis (teponaztli o teponaztle) simétricos, no se ajusta al sistema jerárquico tradicional, sino que abre la posibilidad de re-conocer el sentimiento primitivo que evoca a la piedra como instrumento y revela a la escultura como parte de un performance.
Los teponaxtlis mexicas junto con el material de piedra volcánica evidencian el antecedente prehispánico del pensamiento en torno a esta exposición, al mismo tiempo que preguntan por las referencias para hablar de arte contemporáneo en México.
Las anomalías que presentan los sonidos de los litófonos dislocan su significado en diversos horizontes: por un lado nos acercan al objeto/ instrumento, mientras nos empujan hacia la idea de un tiempo ancestral. Los mecanismos de la ideología histórica de sistematización quedan fuera del espacio. Lo que se nos presenta es una excepción absoluta de geometría visible e invisible que demuestra que la música no es solamente un lenguaje, sino que también es una roca de formas complejas y diseños grabados, que podemos descifrar de diferentes maneras sin encontrar, necesariamente, una respuesta correcta o definitiva.
No es la primera vez que Pedro Reyes elabora instrumentos musicales a partir de materiales inesperados (recordemos Disarm, 2012, y Satori, 2016). Estas piezas indagan en los arquetipos arquitectónicos, filosóficos y sonoros que han definido la estética del artista. Para la exploración de Música para litófonos, Reyes creó una nueva arista en donde la sensación que produce el sonido es el punto convergente que evoca una incesante dialéctica estética. El sonido místico de las notas se genera gracias a cinco pieza escritas por Tambuco, un ensamble de percusiones que interpreta música académica contemporánea mexicana. El ensamble realizó varias presentaciones abiertas al público, en la galería, durante la primera semana de la exposición. Hoy solamente se pueden ver las esculturas de piedra.
Música para litófonos se puede visitar en Labor hasta el 18 de marzo.
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