Con trabajos como Estadio Azteca. Proeza maleable (2010), Bulto (2011), Fordlandia (2012-14) y Obscuridades bucólicas (2017), la artista inglesa-mexicana Melanie Smith ha confeccionado un relato artístico, por lo tanto político, que cuestiona las tensiones históricas, sociales, económicas y morales bajo las que operan el colonialismo y la modernidad en la Latinoamérica contemporánea. Smith nació en Poole, Inglaterra, en 1965, y llegó a México en 1989, durante el primer año de mandato de Carlos Salinas de Gortari, el sexenio de la promesa maleada.
Obscuridades bucólicas, montada en La Tallera de Cuernavaca durante 2017, es la concatenación de las obras mencionadas arriba, en tanto su investigación sobre la colonización modernizada latinoamericana pasa al multiplano de la moraleja escatológica colaborativa y pública, mediante una serie de tableaux vivants. Durante tres meses, Smith coordinó la recreación semi-escénica de algunas pinturas de el Bosco y de Brueghel el Viejo, con la participación de estudiantes de teatro y trabajadores técnicos de Morelos. Los paisajes místico-mundanos o visiones vistas por los “renacentistas góticos” de Flandes se recontextualizaron tomando como eje el México actual. En el número 130 de La Tempestad, donde se revisó la muestra, se puede leer: “Al reactivar en México las pinturas de los maestros flamencos, Smith transforma las terribles fábulas de el Bosco y de Brueghel en una forma de crítica colectiva pública. Es casi imposible pensar en un suceso artístico más adecuado para describir la actualidad mexicana que la encarnación de la escena de el infierno de El Jardín de las Delicias”.
Falso y farsa: telones para siete escenas, la exposición reciente de Melanie Smith, en Proyecto Paralelo, es la extensión tie-in de Obscuridades bucólicas. Literalmente vemos siete videos documentales de los tableuax vivants de La Tallera, un detrás de cámaras irónico, porque de antemano Obscuridades bucólicas fue un ensayo permanente. En las salas del segundo piso de la galería de la Condesa hay, también, varios bastidores sobre los que Smith pintó fragmentos de las tan mentadas escenas flamencas: óleos de animales, casas, cosas y personas. Elementos narrativos descontextualizados: una rueda de carreta, una muchedumbre, una casa habitada, un jabalí, un árbol seco que flota en el limbo. Es posible que cuando uno se para frente al folclore épico pero cínico y moralista de el Bosco o de Brueghel el Viejo admire la representación de la decadencia y la corrupción y la indiferencia social, como una proeza maleable, como una advertencia del pasado hacia el futuro. En la galería se pueden ver, también en video, algunas escenas de las reposiciones de las obscuridades bucólicas cuernavaquenses y las desintegraciones de las composiciones picarescas de obras flamencas abundantes, en exceso, de significantes. Es importante poner atención al epígrafe de la expo, que retoma un fragmento de La fábula mística, de Michel de Certeau: “Cuadro extraño: una abundancia excesiva de significantes multiplica los vacíos que nos llevan al relato interminable de sus ausencias”.
Quizá sea necesario, también, disminuir los significantes para elaborar un nuevo relato desengañado, menos alegórico, que nos ayude a reflexionar de manera activa acerca de nuestra propia contemporaneidad. No es poca cosa que estudiantes y profesores de Cuernavaca, una ciudad colonizada por el narco y administrada por un futbolista, se hayan reunido durante unas semanas en torno a una obra de arte pública y crítica.
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