miércoles, 1 de agosto de 2018

40 años, 40 voces

A cuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Angel Valenzuela (1979), escritor, traductor y diseñador editorial.

 

¿Cómo empezó tu proceso creativo?

Empezó cuando era niño y escribía mis propias historias. Luego de terminar la carrera de diseño gráfico, que me llevó al diseño editorial, tomé diversos talleres que complementaron la escritura de un blog de poemas, cuentos y reflexiones. Después estudié creación literaria en la Universidad de Texas. Mi creatividad maduró, me hice consciente del proceso de escribir.   

¿Tu preferencia sexual tiene relación con tu creatividad?

A los veintitrés años, debido a una serie de situaciones en mi vida, me di cuenta de que soy homosexual. Aunque, claro, al recordar mi niñez reconozco que siempre estuvo presente esa sensibilidad. Más que una identidad sexual me gusta pensar que lo que predomina en mi obra es una manera peculiar de sentir y pensar. El algunas ocasiones he escrito sobre temas de la diversidad sexual, pero también de la situación política de México.

¿Tu práctica se vincula con movimientos sociales?

Estoy convencido de que el arte es político, pero no creo que tenga influencia directa en los movimientos sociales.

No tengo una relación con el movimiento LGBT en México, aunque voy a las marchas del orgullo y conozco gente activista a la que considero valiosa. Es bueno visibilizar la diversidad, sin embargo me cuesta identificarme con la palabra gay porque es inexacta para describir quien soy. Considero que no sólo se trata de tener sexo con otros hombres. Hay hombres que tienen sexo con hombres y no se consideran homosexuales, no establecen una conexión emocional con sus parejas sexuales. En mi caso sí, me relaciono sentimentalmente con otros hombres. Mi novela Northern Lighs, que tiene una historia homosexual, me enfrentó al miedo de ser calificado como escritor gay. Este trabajo me empujó a entender mejor la representación del sujeto queer en la literatura contemporánea.  

¿Cómo observas el futuro de la diversidad sexual en México?

Se encamina hacia la integración. Veo que las narrativas fílmicas, televisivas e incluso políticas intentan desestigmatizar la idea de los homosexuales. Tiene que llegar el momento en que no sea un tema.  

¿Qué recomiendas a la juventud?

Leí una novela hace poco que se llama Última noche en el Guapa, de Saleem Haddad. Trata de cómo es ser homosexual en un país árabe. Es una búsqueda de la identidad más allá de lo gay. También aconsejo acercarse al Museo Nacional de Arte, que es mi favorito. Y todo David Bowie.



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