Acuatro décadas de la primera Marcha del Orgullo LGBT +, presentamos esta reunión de testimonios, realizada en colaboración con Anal Magazine. Esta serie, que inició en La Tempestad 135 (junio de 2018), ofrece un mosaico que aspira a expresar la diversidad sexual-creativa mexicana. El conjunto de textos, que consta de cuarenta voces, agrupa no sólo a artistas y diseñadores, sino también gestores culturales, curadores, editores y personas del mundo de las ideas. La serie continúa con Rossana Fuentes Berain, periodista.
¿Cómo empezó tu proceso creativo?
Crecí en un entorno donde las ideas eran la moneda de curso. Soy hija de un abogado y una escritora. En la casa familiar se respiraban notas musicales, se comían películas, y se cenaban libros. El colegio al que fui también influyó. Se trató de una escuela laica, mixta y bilingüe formada por refugiados españoles. Tuve muchos compañeros judíos, otros eran hijos de gente que había escapado del macartismo en Estados Unidos. Fue en la preparatoria que descubrí que quería expresar mis ideas. Mi primer intento fue la ficción. Busqué estudiar dirección dramática. Fui asistente de dirección a los 15 años. Mis papás tenían un acuerdo: que sus hijos irían a universidades públicas. Entonces entré a la UAM Xochimilco y, después, me fui de México a hacer una maestría en arte dramático en Londres, pero me di cuenta que no tenía el talento para ello, que mi proceso creativo es más racional que imaginativo. Convencida de mi interés por el periodismo partí a Los Ángeles a estudiar periodismo financiero internacional. Trabajé en Nueva York y más tarde regresé a México.
¿Tu preferencia sexual tiene relación con tu creatividad?
No creo que tanto mi sensibilidad como mi sexualidad estén desasociadas de mi intelectualidad, pero no podría especificar cómo eso impacta mi realidad. Somos una sola entidad y trabajamos a partir de ello.
¿Tu práctica se vincula con movimientos sociales?
En los noventa me interesé por el fenómeno de los feminicidios en Ciudad Juárez. Parte de mi equipo lo cubrió de forma puntual, especialmente Sergio González Rodríguez, quien luego escribió un libro clave del tema, Huesos en el desierto. No he cubierto especialmente el movimiento LGBT, pero he estado muy cercana del tema a través de gente que lo ha hecho. Cuando Guillermo Osorno, que ha abordado el tema, regresó de Columbia, trabajó con el equipo que yo dirigía en el diario Reforma.
¿Cómo observas el futuro de la diversidad sexual en México?
Acudo a las marchas desde hace muchos años, me parece importante. Crecí en una época no muy abierta, pero en un entorno avanzado con gente como Nancy Cárdenas, que nos ayudó a muchas y muchos en el largo y sinuoso sendero de los derechos. Es muy importante que la Ciudad de México sea un espacio de libertad. Por otro lado, es necesario ver los retrocesos, como cuando un candidato, hoy presidente electo, afirma que sometería a voto popular los derechos. Éstos no se someten a votos populares. Tenemos que estar muy atentos.
¿Qué recomiendas a la juventud?
Creo que la gente joven tendría que darnos recomendaciones a nosotros. Ellos viven el offline y el online de una manera más fluida que yo. Sin embargo hacer lecturas de los clásicos es imprescindible: Virginia Woolf, Oscar Wilde, Luis González de Alba. Recomiendo los poemas de Nancy Cárdenas que publicó Raya en el agua. También hay que leer a Monsiváis, como ensayista y como cronista. Leo mucho a Susan Sontag, a Marguerite Yourcenar. En teatro admiro y respeto a Sabina Berman.
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