viernes, 10 de agosto de 2018

Contra la gravedad

A finales del próximo mes de octubre, el día 28, concluirá la muestra colectiva L’envol en la fundación parisina La Maison Rouge, dedicada a la muestra de colecciones privadas de arte contemporáneo. L’envol puede verse allí desde el pasado mes de junio. Con esa muestra, además, finaliza un ciclo para la fundación, creada por el coleccionista Antoine de Galbert en 2004. A pesar del tono fúnebre con que se ha presentado la muestra (“L’envol es la exhibición final de La Maison Rouge, que cerrará sus puertas por última vez en octubre de 2018…”), debe decirse que el tono y amplitud de ella es, en cambio, completamente esperanzador y utópico. Co-curada por Barbara Safarova, Aline Vidal y Bruno Decharme –especialistas en arte marginal y contemporáneo–, L’envol está compuesta por un recorrido no cronológico ni sistemático que obliga al espectador a recomponer el poder imaginativo que la idea del vuelo ha impreso en la mente humana. Pero es el deseo de volar y no su logro lo que hila a las distintas obras incluidas: se hacen referencias, así, a la ciencia ficción soviética pero también a artes populares (sin ser categorizadas, se incluyen más de 200 piezas de arte marginal, moderno, contemporáneo y etnográfico, sean filmes, documentos, pinturas, dibujos, esculturas e instalaciones).

La clausura de La Maison Rouge fue anunciada por Galbert desde inicios de 2017, bajo el espíritu de “retirarse mientras se va ganando”, y con la plena intención de dirigir a la fundación que la sostiene en otra dirección. En una carta abierta, entonces Galbert explicó: “Los años pasan volando y aún tengo muchas cosas que quiero hacer. A partir de 2019, la Fundación Antoine de Galbert desarrollará nuevas formas de patronazgo que aún están por definirse. Al mismo tiempo, continuaré con mi labor como coleccionista, una actividad que siempre se ha distinguido legalmente de mi fundación”.

No es de extrañar que la exhibición con la que La Maison Rouge se despide, en la que se presenta obra de más de 130 artistas, tenga más un tono iniciático que concluyente: se emprende, así, un nuevo vuelo o empresa, no desprovistos de riesgos. Como se lee en el catálogo de la exhibición, “desde la leyenda a la realidad, el cielo siempre ha sido un lugar peligroso para la humanidad”.



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