En días próximos Caja Negra presentará en México el libro Cuaderno de los sesenta. Escritos 1958-2010, de Jonas Mekas. La editorial argentina adelanta que se trata de “una selección de ese vasto corpus crítico que puede ser leído al mismo tiempo como un manual de contraperiodismo y como un manifiesto poético confeccionado sobre la marcha a partir de una constelación ecléctica de artistas revolucionarios que incluye, entre otros, a Andy Warhol, John Cage, Pier Paolo Pasolini, Susan Sontag, John Lennon y Yoko Ono, William S. Burroughs, Jack Smith, Hermann Nitsch y Maya Deren”. A continuación reproducimos un fragmento del libro, en el que se aborda la materialidad de la obra fotográfica de Andy Warhol. El libro será presentado en México con el apoyo del FICUNAM.
EL DIARIO CALLEJERO DE ANDY WARHOL
Agosto de 2010
Andy, el cronista
Hace unas décadas, cuando le pedí a Kenneth Anger que me enviara algunas descripciones breves de sus films, me mandó información del tipo: la película se filmó en tal y tal año, la cámara empleada fue una Bolex, el material virgen utilizado fue tal y tal y la copia final se obtuvo a partir del negativo original, que se terminó en el año tal, con un material de esa y aquella manera. Puros hechos concretos. Nunca olvidé esa lección. Me estaba brindando los hechos esenciales que habían determinado la materialidad física de sus películas, pero nada que hablara de qué había determinado el contenido de las mismas. Recuerdo ahora la máxima de Goethe que decía que solo debemos debatir sobre las obras de arte en su presencia. Sean películas, pinturas o fotografías, debemos confrontarlas directamente, cada uno de nosotros, dado que para cada uno significan algo diferente. Intentaré seguir el modelo que Kenneth me enseñó a lo largo de la escueta introducción que escribí para la exposición de las fotografías de Andy Warhol.
Cámara
Me informaron quienes trabajaron de cerca con Andy, o quienes investigaron su vida y su trabajo en detalle para escribir libros sobre él, que Andy recibió de regalo una cámara Brownie cuando tenía ocho o diez años. Junto a sus hermanos se las apañó para transformar el sótano familiar en un laboratorio de revelado. También me han contado que más tarde tomó clases de fotografía con su amigo cercano y ex compañero de piso, Ed Wallowitch (quien, en 1962 y bajo la dirección de Andy, tomó las fotografías de las latas de sopa Campbell que luego Andy transformaría en dibujos y pinturas). Su hermano John, junto al primo de ambos, también llamado John, montaron un negocio de alquiler de cabinas fotográficas, llamado “Johnny’s Photo Shop”. Incluso llegaron a pintar a mano varias de las fotografías. En síntesis, la fotografía fue parte de la vida de Andy desde el comienzo, lo cual también implica que estaba prestando atención a las cosas desde la niñez.
Esto me lleva a la cuestión de la cámara o las cámaras que Andy usó para tomar las fotos que se exhiben en esta muestra (Andy Warhol’s Street Diary Photographs 1981–1986, llevada a cabo en la galería Deborah Bell Photographs entre septiembre y noviembre de 2010). Cuando le hice esta pregunta a Deborah Bell, ella realizó su propia investigación y me informó que sus fuentes en la Andy Warhol Foundation y en el Andy Warhol Museum le revelaron que, a partir de 1976, Andy utilizó varias cámaras pequeñas y compactas de 35mm. Andy tenía una colección de este tipo de cámaras y son las que usó para tomar las fotos que verán en la exposición. Como demuestran varios documentos, Andy se familiarizó con el nuevo modelo de la Minox 35 EI en un viaje a Zúrich en 1976. Fue gracias a Thomas Ammann, que en esa época trabajaba para el marchand de Andy, Bruno Bischofberger. Esta Minox, una cámara particularmente pequeña según el estándar de cámaras de 35mm de la época, se convirtió en una de sus preferidas. Andy no utilizó cámaras “profesionales” de 35mm de mayor tamaño como las Leica, Nikon, Olympus o Canon; prefería las cámaras de menor tamaño, que eran relativamente nuevas en el mercado. Desde el momento en 1976 en que descubrió las cámaras compactas, dejó de usar casi por completo la Polaroid SX-70, que reservó para sus trabajos de estudio. Además de ser pequeñas y livianas, las cámaras compactas contaban con un foco automático y fotómetros incorporados, lo que le permitía despreocuparse de configurar los diafragmas y las velocidades de obturación. Lo que más le importaba a Andy era la facilidad de transporte y la conveniencia, quería pasar lo más desapercibido posible al tomar estas fotos callejeras. Me dicen que Andy frecuentaba las tiendas de fotografía en la zona de Herald Square, sitios como Willoughby’s. Miraba las vidrieras, entraba y compraba estas camaritas, de las cuales poseía una gran cantidad. Las perdía fácilmente o las rompía, entonces iba y compraba una nueva, o enviaba a un asistente a que le comprara otra.
Recuerdo ahora una visita que hice a Stan Brakhage en Colorado, hacia 1966. Tenía todas estas cámaras de cine de 8mm y 16mm, por todas partes de la casa. Todas estaban en uso, en películas diferentes. Había films de todo tipo creciendo dentro de cada cámara.
Las copias
La información que poseo dice que Andy no realizaba sus propias copias. No hay nada particular en este hecho. Muchos de los más grandes fotógrafos han trabajado con técnicos de copiado. Recuerdo cuando visité a Robert Frank hacia 1960. Había una cubeta de revelado en la habitación. Asumí que él hacía sus propias copias allí mismo. “No”, me dijo, “odio hacer copias. Me gusta sacar fotos, pero tengo un gran amigo que me hace las copias”.
Algunas de las copias de Andy las realizó Christopher Makos en su propio laboratorio. Luego esas copias eran enviadas a varios de sus asistentes. Para procesar la película, Andy utilizó un laboratorio, que también estaba a cargo de las hojas de contacto. Andy editaba las hojas de contacto y luego Christopher y sus asistentes hacían las copias casi de inmediato, apenas unos días después de que Andy tomara las fotos. Las copias expuestas miden 20x25cm o viceversa. Como regla, no se hacían duplicados a menos que Andy quisiera usar las fotos para sus composiciones fotográficas, donde cosía o adhería las fotos a la obra. En ese caso, solicitaba copias de 28x35cm de las fotografías seleccionadas.
Andy prefería usar papel Agfa Portriga-Rapid, a pesar de que optó en ocasiones por otras marcas como Kodak. Le gustaban las elecciones de materiales de Christopher Makos y por eso mantenía el mismo tipo de papel y de métodos de impresión.
Eligió en primera instancia imprimir fotos con bordes blancos, para mostrar las líneas negras que rodean la imagen, pero luego empezó a trabajar con copias que chorrean hasta llegar al borde de la foto. Andy comenzó a usar el chorreado total hacia 1982. Las copias de esta muestra se realizaron entre 1981 y 1986, durante la última década de su trabajo.
Selección de las copias en la exposición
Las fotografías expuestas no incluyen varios de los temas más famosos en la obra anterior de Andy, como el mundo de la moda y la “gente hermosa”. Como demuestra el título de la muestra, se concentra en la parte menos conocida de la obra de Andy. Me cuentan que hay más de mil de estas fotos “callejeras”.
Yo siempre consideré a Andy un cronista. Quien elige llevar un diario en el mundo del arte es alguien totalmente abierto a todas las posibilidades. Alguien que no descarta nada, porque todo eventualmente encuentra su uso. Andy lo grababa todo. Con una cámara fija, con una cámara de video, con una cámara Polaroid, con un grabador Sony, con un lápiz. El trabajo de un cronista nunca acaba, lo guarda todo, todo el tiempo. Es un ojo abierto, es el bote de basura en el que todo cae, que todo lo recibe. Sí, hay celebridades, muchas de ellas; ellos lo necesitaban, acudían a Andy en manadas, pero él no los necesitaba. Los fotografió del mismo modo que tomó fotos de vidrieras o de basureros durante sus caminatas. Sin emitir juicios de valor. El paraguas es apenas un paraguas, las corbatas no son más que corbatas. Y lo mismo con las mujeres fisicoculturistas del afiche Body Girls: son solo mujeres fisicoculturistas. A veces se percibe en alguna de ellas una sonrisa diminuta, pero se trata de la típica sonrisa inusual que caracteriza a tantas fotografías de Andy. A veces esa sonrisa aparece en los sujetos que elige retratar, a veces en las notas que acompañan a las fotos, a veces en el puro aburrimiento en que están sumidos los sujetos mismos, en su simple “cotidianeidad”. La encontramos en cucharas o en una vidriera llena de zapatos (el primer gran amor de Andy).
De modo que camina las calles de Nueva York y filma, filma, filma. Siempre discutí con la gente que considera a Andy un voyeur. No, Andy no era un voyeur, era un observador. Prestaba atención a las cosas, a la gente, a la realidad. Tenía una mirada muy especial. No hay ninguna obsesión patológica en su mirada. Es un estado muy natural de observación del mundo. Andy era un ojo abierto, era un estudioso. Se nota en todos los aspectos de su trabajo, en su arte. Puede que también haya sido, a la vez, el más democrático de todos los artistas. El diario en el arte es el formato más personal y más democrático de todos.
Ahora que les he relatado los hechos fundamentales sobre el aspecto físico de las fotografías expuestas, por favor observen las fotos si es que aún no las han visto. Espero que en alguna ocasión un gran museo nos dé la oportunidad de ver reunidas no solo estas veinticinco fotos, sino todas las fotografías callejeras tomadas por Andy.
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