Por su naturaleza monopólica, buena parte del Estado descalificará que una tragedia como la del 19 de septiembre se “politice”. Pero quien haya tenido que huir entre escombros el martes comprenderá que la arquitectura siempre guarda una dimensión política, y que la buena política es la diferencia entre la vida y la muerte.
Sin mencionar la negligencia de las malas construcciones, la política que se requiere para la reconstrucción tendrá que hacerse con la cabeza fría, para detectar cuáles inercias deben romperse y en qué lugares. La mezquindad de algunas inmobiliarias, por ejemplo, provocó que ciertas obras reanudaran actividades el miércoles, como si lo que ocurrió el día del sismo fuera un asunto rutinario.
Si esas inercias no se rompen, una familia que se encuentre ahora en un albergue estará condenada a regresar a la misma vulnerabilidad en la que se encontraba previamente. Más allá de evaluar grietas y fisuras, y de las buenas voluntades para construir vivienda de emergencia en algunas zonas, hay formas más ambiciosas en las que los arquitectos, sobre todo los que se encuentran en la capital, podrán ayudar para que la reconstrucción no sea precaria. Aquí hay tres, por lo pronto:
– Presionar a inmobiliarias como con edificios dañados para que concedan sus desarrollos nuevos a las familias que tendrán que encontrar vivienda. Sin condiciones. Existe el precedente de las torres de Grenfell Tower en Londres, donde hace tres meses, luego de un fulminante infierno, una buena mancuerna de sociedad civil y política obligaron a una inmobiliaria a ceder un edificio de departamentos de lujo a los afectados.
– Ofrecer servicios gratuitos de proyección arquitectónica durante la reconstrucción por parte de los arquitectos, facilitadores y gestores que han laborado en desarrollos inmobiliarios comerciales y públicos de gran escala. La participación de la ciudadanía será instrumental.
– Demandar que el presupuesto recién aprobado para las elecciones de 2018 sea destinado a la reconstrucción de manera integral. Si hay una industria que puede dimensionar las posibilidades de una inversión de ese tamaño, es la de la construcción. Ya se mueven el hashtag #PolíticosDenNuestroDinero y una colecta de firmas récord en change.org.
Estas demandas serán tan irreales como nuestra capacidad de imaginar el funcionamiento de la sociedad después del 19-S.
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