Sin ánimo de ofender a nadie, hay que decir que Opisanie świata (2013), la primera novela de la escritora y crítica de arte Veronica Stigger (Porto Alegre, 1973), es un libro muy bonito. Podría decirse de otra manera, que se trata de un libro preciosista, un objeto híper-diseñado (en la edición que presenta Antílope, ahora en nuestra lengua, se aclara que aquí siguieron la batuta de Cosac Naify; el libro publicado por esa casa editorial contó con un diseño a cargo de Gabriela Castro y Paulo André Chagas). Pero tal vez sea más preciso, y sencillo, decirlo así: es bonito, o lindo, como pueden serlo algunas películas de Wes Anderson (el lector de la novela descubrirá al final que entre las “deudas” explícitamente enumeradas por Stigger se encuentra Viaje a Darjeeling, la cinta de 2007 del realizador texano; aunque temáticamente –un viaje en barco, un padre que se ¿reencuentra? con su hijo– recuerde más a Vida acuática, de 2004). Debe aclararse que no busco ofender porque coloquialmente, y a menudo, oscilamos sin avisar entre los varios sentidos que le colgamos al calificativo “bonito”. No sólo decimos que se trata de algo agradable (en un sentido marcadamente estético, como es el caso de la experiencia que esta lectura ofrece, punteada por pausas humorísticas o contemplativas), sino que también podemos ser irónicos, como cuando alguien nos presenta una bonita ocurrencia o un bonito problema. La cuestión es que Opisanie świata serpentea también entre esos sentidos, ofreciendo una lectura concentrada pero que a menudo busca, estratégicamente, desorientar.
Opisanie świata, que quiere decir “descripción del mundo” en polaco, funciona como una serie de paréntesis que se abren y cierran. El más grande se abre con la carta de un hijo: el ¿protagonista?, el polaco Opalka, descubre un buen día la bonita noticia de que tiene un vástago en el Amazonas. La novela concluye cerrando ese paréntesis. En medio, se encuentra un viaje en trasatlántico en el que, a su vez, se abren y cierran nuevos signos de puntuación, como si fueran puertas de camarotes. Entre ellos se suceden capítulos, aparecen personajes (como el enigmático Bopp), anécdotas y acumulaciones narrativas que recuerdan no sólo que se trata de la primera novela de Stigger sino que la mayor parte de su obra está compuesta por libros de cuentos. Los personajes que aparecen suelen ser pintorescos y también son afines a la estrategia de atar y desatar nudos cuando hablan. Veamos un ejemplo. Ya en Brasil, Jean-Pierre (descrito como un hombre alto y muy blanco que lleva un cocodrilo de peluche sobre su hombro), recibe a Opalka, lo sube a una camioneta, e inicia: “Últimamente he pensado mucho en esta ciudad. En qué hacer con esta ciudad. Tengo dinero, ¿sabe? Mucho dinero. Crío cocodrilos por hobby, pero estoy haciendo una fortuna con la venta de estos zapatos abiertos. Éstos que traigo puestos, mire. […] Con todo ese capital, podría construir un teatro aún más hermoso que el que hay aquí”. Jean-Pierre comparte sus planes, la fantasía de volver a la ciudad un centro cultural internacional, con una rica programación de espectáculos musicales, teatrales. Incluso considera abrir cines. “Pero –dijo Jean-Pierre al fin, estacionando la camioneta frente al hospital– luego me pregunto: ¿para qué?”.
La novela de Stigger procede de manera similar. Aunque sabemos que se ha iniciado un viaje y que concluirá, son las estaciones (en las que se puede hacer un embrollo disparatado con elementos tan sencillo como un limón, una libreta y un cuchillo), lo que lo vuelven interesante. La lectura será doblemente atractiva para quienes estén familiarizados con las múltiples alusiones preparadas por Stigger. Aunque hay, como ya señalé, una lista explícita de las deudas, me temo que otras pasarán desapercibidas para los lectores mexicanos (Paula Abramo, quien tradujo la novela, se hizo cargo de señalar que el personaje Bopp –por ejemplo– comparte, coincidentemente, nombre con Raul Bopp, el poeta vanguardista brasileño).
Opisanie świata de Paula Stigger es uno de los libros que Antílope imprimió durante el mes de octubre. El otro es el ensayo Entre un caos de ruinas apenas visibles, de Guillermo Espinosa Estrada, que también merece un comentario (la semana entrante).
Opisanie świata de Veronica Stigger, trad. de Paula Abramo, Antílope, México, 2017.
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