Dos veces artista residente en el Banff Centre for the Arts en Canadá, Rafael Lozano Hemmer (México, 1967), físico-químico de formación sobresale por los novedosos medios con los que realiza su trabajo: escultura cinética y robótica, conexiones de internet, sensores. etc. Sus creaciones –a veces interactivas– se han mostrado en tres docenas de países, en foros como Art Basel, el Laboratorio Arte Alameda (Ciudad de México), Musée des Beaux Arts (Montreal) y las bienales de Sidney, Shanghái, Estambul y La Habana. En 2007 el creador representó a México el la edición 52 de la Bienal de Venecia. En 2015 se pudo ver Nivel de confianza en el Centro Multimedia del Cenart, pieza de arte interactivo de Lozano-Hemmer que hace eco de la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, en Iguala, Guerrero.
¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?
Estar con mis hijos.
¿Qué palabra utiliza con más frecuencia?
“Sí”.
¿Cuál fue el último libro que le resultó admirable?
The End of Certainly (1997), de Ilya Prigogine.
¿Y película?
Rize (2005), de David LaChapelle.
¿Qué disciplinas artísticas le interesan además de la suya?
La música, la arquitectura, el performance, la danza contemporánea.
¿Qué música lo conmueve?
Claudio Monteverdi, Chuck D, Eddie Palmieri, Nick Cave, Arvo Pärt.
¿Qué lo indigna?
¡Muchas cosas! Hoy menciono la parcialidad de los medios de comunicación.
¿Qué lo alegra?
Idealizar a México.
¿Por cuál ciudad siente debilidad?
Pekín, São Paulo y Moscú, ninguna de las cuales conozco aún.
Mencione un momento del día que disfrute particularmente.
Llegar a casa.
¿Cómo descubrió su vocación?
Por las malas compañías.
¿Se identifica con algún personaje de la ficción?
Takeshi, el muchacho protagonista de Señorita cometa.
Publicado en La Tempestad 53 (marzo-abril de 2007)
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