lunes, 11 de diciembre de 2017

Diamela Eltit

El libro de ensayos Una milla de cruces sobre el pavimento (1980) atrajo las miradas hacia el trabajo de Diamela Eltit (Santiago de Chile, 1949), pero fueron las novelas Lumpérica (1983) y Por la patria (1986) las que marcaron el tono crítico de su prosa. En palabras de Juan Carlos Lértora, “su innovación discursiva quiebra códigos lingüísticos y narrativos y arquitecturas narrativas, y se hunde en la exploración de niveles de sentido que la narrativa tradicional considera de modo muy diverso”, con una perspectiva descarnada del mundo. Sus novelas recientes son Jamás el fuego nunca (2007), Impuesto a la carne (2010), Fuerzas especiales (2013) y Réplicas. Escritos sobre literatura, arte y política (2016). 

 

¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

Nada. hacer nada.

¿Qué palabra utiliza con más frecuencia?

Sí, por supuesto.  

¿Cuál fue el último libro que le resultó admirable?

En un sentido idólatra, Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo.

¿Y película?

Mitómana (2010), de José Luis Sepúlveda y Carolina Adriazola.

¿Qué disciplinas artísticas le interesan además de la suya?

Ciertas producciones que me convocan de las artes visuales, el performance, el teatro y el cine.

¿Qué música la conmueve?

La mexicana.

¿Qué la indigna?

La explotación.

¿Qué la alegra?

Mirar a la gente mientras camino por las calles.

¿Por cuál ciudad siente debilidad?

Por La Paz, Bolivia.

Mencione un momento del día que disfrute particularmente.

Justo cuando despierto y abro los ojos, antes de que la vida se precipite.

¿Cómo descubrió su vocación?

Leyendo.

¿Se identifica con algún personaje de la ficción?

Con Gregorio Samsa.

Publicado en La Tempestad 102 (mayo-junio de 2015)



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