“La dominación se ha transfigurado en administración”, reza una de las conclusiones que Marcuse desarrolló en El hombre unidimensional (1965), su acercamiento a la sociedad de consumo que prefiguró algunas de las luchas políticas del presente y que ayudó a cristalizar las ideas que movilizaron a trabajadores y estudiantes en el mayo de 1968. Como se reflejará este año, cuando se celebre de distintas formas el cincuenta aniversario de los levantamientos sociales de esa época, entre los aspectos que cifran su importancia destaca que fueron una de las primeras tomas de conciencia global que se expresaron en gestos solidarios. Es algo que Franco “Bifo” Berardi ha notado, como pudimos leer en El alma y el trabajo (2009): hubo movilizaciones estudiantiles californianas que se oponían a Vietnam, mientras que protestas solidarias en Shanghái hacían eco de las peticiones de los estudiantes y trabajadores parisinos. Milán, Praga y la Ciudad de México también fueron otros de los escenarios internacionales donde el disenso llevó cuerpos a la calle. Pero también global ha sido el alcance de los fracasos de muchas de esas luchas. De vuelta a Marcuse, Berardi escribió: “La afirmación ‘la dominación se ha transfigurado en administración’ necesita repensarse a la luz de la creación nueva de un sistema de automatismos económicos y financieros, aparentemente sin alternativa”.
Son bien conocidos los efectos que, laboralmente, ha tenido el sistema global basado en una economía financiera e informática. En las semanas recientes en nuestro país se ha podido ver una de las muchas instancias de fricción que este proceso ha causado, en la situación precaria que se encuentran muchos trabajadores culturales que “prestan” sus servicios al INBA (y que este año padecieron retrasos significativos en sus pagos). Organizados, los trabajadores que operan bajo el régimen fiscal del Capítulo 3000 (en el que carecen de derechos laborales básicos y se encuentran rumbo a la subcontratación), dirigieron un pliego petitorio (el pasado 27 de marzo) a la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, y a la directora general del INBA, Lidia Camacho Camacho. Vale la pena subrayar los antecedentes enlistados en el pliego, que rastrea las maneras en que han empeorado la relación laboral de profesionistas de la cultura, desde la creación hace treinta años del CONACULTA (cuando existía una modalidad por honorarios que, sin embargo, ofrecía prestaciones como aguinaldo, bonos, seguridad social y regularidad en pagos quincenales), hasta el día de hoy. El recuento de los últimos años y lo que va del presente, de acuerdo con el pliego:
2014
Se manifiesta el descontento por el retraso en los pagos al inicio del año fiscal. Se lanza un comunicado vía prensa a Rafael Tovar y de Teresa, en ese entonces presidente de CONACULTA, instancia desaparecida y sustituida por la actual Secretaría de Cultura Federal. En esa ocasión, Tovar y de Teresa aseguraba en los medios que el retraso no era normal y dio una fecha para cubrir los salarios de los trabajadores de honorarios, según consta en nota de Proceso, donde también se cita que dio garantía de que la situación jamás se volvería a presentar.
2015-2017
En el sexenio de Enrique Peña Nieto desaparece el CONACULTA y es sustituido por la Secretaría de Cultura Federal en diciembre. La SEP hasta este momento, dejó de dirigir el quehacer del INBAL y del INAH y de administrar los presupuestos correspondientes. Quien se hace cargo de esta función es desde entonces la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Estos cambios parecían ofrecer un panorama alentador en la situación laboral de los profesionales de la cultura que tendría repercusión a todos los niveles, sin embargo, las condiciones empeoraron paulatinamente y se agravaron ya que, a cada inicio de año, crecieron los recortes presupuestales [a propósito, vale la pena revisar “Gastos de presupuesto” de Pilar Villela] acompañados de los recortes de personal de Capítulo 3000.
2018
Desde fines del año anterior se notificó a algunos centros de trabajo que el INBA estaba en tratos para ofrecer a sus trabajadores la modalidad de subcontratación, llamada con el anglicismo outsourcing, en la que un tercero, es decir una empresa privada y ya no el INBA, se haría cargo de contratar a los trabajadores. Esto habría implicado que el instituto dejaría de asumir las responsabilidades derivadas del trabajo de los profesionistas que lo llevan a cabo para subcontratarlos mediante una empresa que nada tiene que ver con cultura y cuyo interés estaría fundado sólo en los réditos derivados de su contratación como proveedor. Significa, además, un paso más en el camino de ignorar a los profesionistas de museos y centros de trabajo del INBA asumiendo que éstos no son, ni para el instituto, ni para la secretaría, empleados dignos de plaza, de derechos laborales básicos o, siquiera, personas dignas de la categoría de trabajadores regulares.
A inicios de la semana pasada, en el auditorio del Museo Tamayo de la Ciudad de México, se llevó a cabo una sesión de diálogo entre representantes del INBA con los trabajadores del Capítulo 3000. La respuesta al pliego petitorio, en el que –entre otros puntos– se exigían plazas y prestaciones laborales, como ya han reportado distintos medios, fue negativa, aunque se prometía “el fin definitivo de los impagos y retrasos de sus salarios” (como reportó el diario Reforma).
Víctor Mantilla, trabajador del MUNAL que ayudó a coordinar las inquietudes de distintos profesionistas de la cultura y plasmarlas en un solo documento petitorio, observa este encuentro como parte de un proceso histórico que ha resultado en “la infravaloración del trabajo en general y las implicaciones simbólicas en el trabajo cultural en nuestro país. La importancia de lo que se vivió los últimos días va más allá de lo que logramos (que fue nada o muy poco) con las autoridades del INBA. Implica una toma de conciencia sobre la precarización del trabajo y una búsqueda por expresar esta tendencia y generar un precedente. Sería muy ingenuo pensar que nos darán las plazas solicitadas si protestamos más… esto es una tendencia global”. Abundó que “de continuar analizando la situación podría trazarse una línea continua entre el poco respeto al trabajador, la falta de oportunidades y la tendencia nacional a buscar ‘atajos’ o medios alternativos de éxito, ‘trampas’, como la corrupción o el narcotráfico. Podríamos hablar de un problema estructural y no moral, el país de los cien mil muertos tiene un correlato entre su violencia, su trato al trabajo y su percepción de lo cultural, del arte y del conocimiento. Se trata de una política de estado que ha privilegiado el capitalismo voraz y represor, con más de treinta años de fracasos continuos”.
Durante el encuentro entre los trabajadores y los representantes del INBA, sin embargo, hubo otro tipo de éxito: los representantes se declararon incapaces, legalmente, de crear plazas o incrementar el presupuesto de cultura para mejorar las condiciones laborales de quienes se encuentran en la modalidad del Capítulo 3000. El director de Asuntos Jurídicos del INBA afirmó: “No podemos crear estas plazas ni darles un trato diferente. No les podemos dar un trato de empleados ni de trabajadores”. Como explica Mantilla este reconocimiento tiene su importancia y refleja la movilización de un centenar de trabajadores: “Dimos un paso enorme hacia nuestros fines y hacia la conciencia de nuestro presente. Es por eso que empujamos en la reunión del pasado martes [3 de abril] a que las autoridades mismas dijeran que se trataba de una política del Congreso de la Unión y, por lo tanto, del estado mexicano en su conjunto”.
Un seguimiento sobre el desarrollo de estos procesos, que aspiran a frenar una inercia negativa, puede darse a través de la cuenta Capítulo 3000.
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