Una estética radical

En junio de 2016 Rodrigo Duterte asumió la presidencia de Filipinas. Desde esa fecha han muerto más de 13 mil personas, según datos de las ONG a favor de los derechos humanos. Duterte, responsable de una campaña antidrogas, declaró en agosto del año pasado que el deber de la policía es “matar a los idiotas que se resistan a ser arrestados”. A este contexto responde el realizador filipino Lav Diaz (Datu Paglas, 1958) con La temporada del diablo, una película planteada como una ópera rock, que se estrenó en el marco de FICUNAM. Diaz, conocido por su estética radical –sus películas suelen superar las tres horas de duración– dio ayer una conferencia, organizada por la Cátedra Bergman, en la que habló de sus intereses formales.

Ante un público numeroso, que se reunió en el auditorio del MUAC, el filipino dijo que considera que el cine es una herramienta para el progreso. “No hago películas para el mercado. Luego de mis primeras obras, que dirigí para un estudio, decidí liberar mi cine”, confesó el filipino, que antes de dedicarse al cine fue músico. “Quiero confrontar el pasado. La responsabilidad de hacer cine debemos asumirla como algo importante. Crear modelos que sirvan a los artistas jóvenes, también. El cine tiene que hacerle frente a poderosos como Putin, Assad, Duterte y Trump”, dijo Diaz.

Lav Diaz durante la conferencia en el MUAC

Sobre las sombras del pasado, que se prolongan en el presente, medita su nueva obra. La temporada del diablo, cuyo estreno mundial fue en la Berlinale hace unas semanas, es una película que dura cuatro horas. Su historia recrea la época en la que el presidente Ferdinand Marcos impuso la ley marcial, “que destrozó la psique de los filipinos”, un periodo traumático de la historia de su país en el que murieron y desaparecieron miles de personas. Las piezas musicales de la película, que fueron compuestas por Diaz y grabadas en vivo, son una especie de cantos de lamento. ¿A qué responde la radicalización formal de la película? Diaz, que dijo ser un gran admirador de la literatura rusa, que se caracteriza por su monumentalidad, confesó que le interesa filmar largas secuencias (“que son una proeza para los actores”) porque a través de extender su duración “es posible acceder a una verdad”. Sobre su uso de la fotografía en blanco y negro aseguró que sigue las enseñanzas del crítico André Bazin: “quiero acercarme al origen mismo del cine, a la esencia de su materia”.

Diaz, una de las figuras principales del cine filipino (en el que existe una vanguardia fílmica apreciada en los principales festivales del mundo) expresó que el pasado ha sido olvidado y debido a esto es necesario reelaborarlo para evitar los mismos errores. El creador, que en 2016 ganó el León de oro en Venecia por The Woman Who Left, encabeza el jurado de la octava edición de FICUNAM –comité encargado de otorgar el premio de la competencia internacional–, que concluye el día de hoy. 

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